viernes, 25 de septiembre de 2009

Los plazos a los golpistas

Cuánta razón tiene Fidel cuando advierte que con los golpistas no hay que negociar nada y que si el gobierno de Obama le retiraba la ayuda los golpistas no podían respirar. Pues mire usted, con buena voluntad se le dan plazos, se organizan visitas y los gorilas golpistas ganan tiempo. Mientras el Gobierno de Obama se mantiene en el mutismo, estrategia para que el tiempo y la burocracia de la diplomacia siga a su favor y que su embajador en Tegucigalpa mueva las cuerdas para dejar oculto los nudos de la conjura. A propósito no he visto una declaración de la Santa Sede, ¿o es que el alto mando de Dios en Tegucigalpa también está en la conjura? No es de dudar; América latina está plagada de estos ejemplos, para deshonra de las doctrinas que profesan a nombre de Dios. Razón tiene también Chávez, cuando advierte que los plazos se convierten en la estrategia para dilatar y enfriar la situación.
Agustín Dimas López Guevara
La Habana Cuba, 3 de Julio 2009

Respuesta a Sergio Ramírez

Señor Sergio Ramírez, apreciado escritor, es justa su preocupación que expresa en su artículo II. Honduras: cerrar las puertas a la guerra civil. Yo diría más: a cualquier tipo de guerra. Pero como usted enjuicia y valora los hechos, usted que tiene conocimientos de cerca, porque vivió el proceso del conflicto bélico como le llama usted a la guerra sucia que empleo el gobierno norteamericano contra su pueblo, apoyado por regímenes castrenses y comadrejas centroamericanas y asevera:”Por eso es correcta la escogencia por ambas partes del presidente de Costa Rica, Oscar Arias Sánchez. Gracias a su papel en la solución del conflicto bélico de Centroamérica en los años ochenta, ganó el Premio Nóbel de la Paz, excelente antecedente de confianza en su capacidad.”
Por mi parte cualquiera que de buena fe interceda para allanar el camino de la discordia es correcto, pero a estas alturas, cuando no se puede ni creer en los representantes de la Santa Sede, y se ve diluir en controversias en este circo que la Clinton armó en San José, para que los gorilas realicen funciones por televisión, me parece un entretenimiento barato para los pobres de Honduras que marchan cada día pidiendo justicia y el regreso de sus Presidente. ¿Esta espera insensata le dará más tiempo para la represión a los golpistas? Mientras el Presidente Zelaya, pregonando la no violencia dejará de ser escuchado y las ansias de rebeldía del pueblo Hondureño tendrán que tomar el camino de las armas.
Agustín Dimas López Guevara
La Habana Cuba, 10-7-2009

No hay nada que negociar

Es alarmante ver como los plazos hacen que los gorilas continúen detentando el poder, incrementando las violaciones de todo tipo en el sufrido pueblo Hondureño. Era de esperar las respuestas cantinflinescas- con perdón de Mario Moreno- que emitió la Clinton, para iniciar las negociaciones con los Golpistas. ¡Qué negociaciones! Eso es un síntoma elocuente que el gobierno americano está utilizando la estrategia de la diplomacia para que los gorilas se hagan fuertes, el tiempo y la espera son sus aliados. ¡Qué desvergüenza! Cuántas veces en nombre de la democracia y la libertad el imperio ha invadió nuestras tierras de América. Es digna la postura de Zelaya, por su espíritu cristiano, pero es que hasta en la biblia están las lecciones de la historia: El que a hierro mata a hierro muere. De modo que el pueblo debe defenderse de los gorilas con las armas, y el presidente debe entrar por cualquier vía para ponerse al frente de esta lucha. No hay nada que negociar con gorilas cuando está en juego la vida de un pueblo y la dignidad de un presidente.
Agustín Dimas López Guevara
8 de julio del 2009

La Mediación de Arias y el gorila que habla

Que Oscar Arias haya sido propuesto por la Clinton para mediador y este haya aceptado, me parece una contradicción. No fue el propio Oscar Arias quien manifestó en el aeropuerto de San José y en presencia de Zelaya que lo ocurrido en Honduras era un golpe de Estado. Arias propugna ahora que fue el primer jefe de estado que reconoció el hecho como un golpe de estado ¿Entonces de qué estamos hablando? Por qué no le dijo a la Clinton que no había que negociar nada con los golpistas, que lo que debía hacerse era restituir al presidente Zelaya en Honduras, utilizando el liderazgo de Estados Unidos. No seamos ilusos, comparando negociaciones de causas, o quizás sí, si pretendemos comparar a Honduras como el Israel americano que estados Unidos se alista a preparar. ¿Por qué no ha retirado el embajador, y la ayuda del Gobierno?
Están dilatando el tiempo en charlas inútiles, oyendo razones de los fascistas, por boca de Micheletti el gran usurpador y pregonero de las mentiras; no fue él que presentó la carta falsa con la renuncia de Zelaya, para confundir al congreso. A estos gorilas no se le podía dar ninguna oportunidad de dialogo, al no ser delante de un tribunal que los juzgue. Lo de ahora es un circo con un gorila que habla.
Agustín Dimas López Guevara
10-7-2009

Desconcierto en Miami

El desconcierto más largo del mundo, es la algarabía estridente y fascista que habita en Miami, manipulado con la ideología enfermiza y parasita de los “Congresistas cubanos-americanos” y los grupúsculos que han hecho del “exilio“su fuente de ingreso, al precio de la infamia. Ejemplos sobran a lo largo de 50 años, y este, de boicotear y crear dificultades a Juanes, incluyendo amenazas de muerte; no será el último. El negocio de estos grupúsculos es crear el desconcierto para vociferar injurias contra la Revolución. La historia ha demostrado como la propia obra de la Revolución ha salido victoriosa de las agresiones, lo hará ahora contra las intrigas y presiones de las ratas de alcantarilla.
Agustín Dimas López Guevara

¿Cuándo se pronuncia Obama con hechos?

Ya está más claro el camino. La iglesia sacó las garras, por voz de su Cardenal, y el Papá qué dice en Roma? ¿Los Yanquis siguen jugando al escondido, sacando partido de esta dilación. Mientras siguen los muertos y los heridos engrosando la oprobiosa lista de las crueldades de los gorilas. Por qué la OEA, El Alba, El grupo de Río, no acuerdan formar un ejército multinacional, como los cascos Azules, pero que acá sean los dignos soldados de nuestra amèrica y amparados por la ONU entren a Honduras, con Zelaya, para restituir el orden y enjuiciar a los Golpistas?
¿Pretende Estados Unidos, hacer de Honduras el Israel de América.?¿ Cuándo se pronunciará Obama con hechos?
Agustín Dimas López Guevara
La Habana 6 de Junio del 2009

No esperemos milagros del norte

Cuanto de cinismo hay detrás de la diplomacia del imperio para jugar con la palabra democracia. Cuánta razón le asiste a Fidel, cuando afirma en sus reflexiones “Muere el golpe o mueren las constituciones” Y a propósito de las valoraciones de Atilio, en su artículo: “Lo que puede hacer Obama en Honduras”, publicadas en Cubadebate, donde pone entre dicho el papel de lacayo que ha jugado siempre Oscar Arias, que no deja de amasar la idea de convertirse en el Presidente de la OEA, para seguirle siendo útil a los gringos, ahora que Insulza ha dejado de responder a los intereses del Imperio. Muchas cosas podía hacer Obama, como no, aún sin bloquearle las remesas al pueblo. Podía darle un ejemplo al mundo, no con palabras, sino con acciones. Cuantas veces en nombre de la democracia invadió Estados Unidos y colocó tiranos en nuestras tierras de América. Yo creo que no debemos seguir esperando milagros del Norte, porque hasta las tormentas siempre nos llegan del Norte. Mientras sigue el apoyo internacional, siguen las dilaciones preconcebidas por el imperio, pero el sufrido pueblo Hondureño encontrará el cauce de justa lucha y los pueblos del ALBA, junto a los dignos hombres latinos americanos, le darán la mano solidaria y expulsaran a los gorilas usurpadores.
Agustín Dimas López Guevara
La Habana CUBA
13=7=09

La OEA y la ONU

Bueno, Insulza llega a Tegucigalpa, le dice a los golpista, entiéndase (Fascistas) Tienen que reponer a Zelaya, le doy 24 horas y sino Honduras será expulsada de la OEA. Los Fascistas, le entregaran documentos, pruebas que han tenido tiempo de preparar, con ribetes democráticos, contra Zelaya- estrategia para dilatar las conversaciones y hacerse imprescindibles en este limbo de mando. Surgirán otras comisiones, con el manto protector de la Iglesia, la voz de Dios en boca de los grandes capos del convento.
De ir Zelaya, con amigos sería alentar a los lunáticos para que se cometa una agresión que podría generar un guerra, acarrearía más dolor y sufrimiento a los Hondureños, solo porque no se ha impuesto lo que se debía hacer: NO dialogar nada con los Fascistas, solo el envió de un contingente de cascos azules con representantes de la ONU y eso solo bastaba para mandar a los Tribunales todos aquellos que organizaron el Golpe.
Agustín Dimas López Guevara
La Habana Cuba, 3-9 109

La diplomacia tiene sus reglas

Desde tiempos inmemoriales la diplomacia ha jugado su papel conciliador para encausar los desagravios, y evitar los fines trágicos; así ha llegado a nuestro tiempo con los atributos de la modernidad y un legado de buenas y malas acciones. Tomando en cuenta los sucesos de Honduras, donde la diplomacia ha recurrido a los más altos niveles de consulta internacional, y por unanimidad han aclamado ilegal el golpe de estado en Honduras. No creen ustedes que se le ha dado demasiado tiempo a los Gorilas, que siguen causando estragos en las anónimas masas del pueblo: muertos y heridos que solo conocen familiares y amigos, se suman a una lista sin nombres mientras se espera por las acciones de la diplomacia. Amén del espíritu conciliador del Presidente Zelaya, considero que ya es hora que el Consejo de Seguridad de la ONU se proyecte, como lo hace cuando sus intereses hegemónicos, o sus caprichos imperiales lo requieren; de modo que los representantes ante la ONU deben pedir, por respecto al orden internacional, la intervención de las Tropas de la ONU, para acompañar a los funcionarios que restablecerán el orden. Ya lo dijo Fidel en sus reflexiones: “Con los golpistas no hay nada que hablar…”. Raúl, en la reunión del ALBA pidió hechos y no palabras, de aquellos que aplauden debajo de la mesa. De modo que el tiempo es vital para detener este oprobio. ¿Qué hará Obama? Es la hora de cambiar las reglas de juego, ¿o está el temor de que su diplomacia haya hecho sus jugarretas desde el principio con los golpistas?
Agustín Dimas López Guevara
La Habana 2 de Julio del 2009

¿No hubo golpe de estado?

Agustín Dimas López Guevara
Cómo es posible que exista tanta ceguera política. ¿Acaso no utilizaron la fuerza militar y el fraude? Asaltando primero la residencia del Presidente, para luego sacarlo a la fuerza de su casa, montarlo en un avión y dejarlo en el aeropuerto de San José en Costa Rica. Mostrando luego una burda carta donde supuestamente pide la renuncia, con la firma de falseada de Zelaya, para dar la imagen al mundo que no hay golpe de estado. Cortan las vías de comunicación y lanzan el ejército a la calle para reprimir. ¿Eso es democracia? ¿Libertad de expresión? No se dan cuenta que le han abierto la jaula a los Gorilas del fascismo, como los viejos tiempos dictatoriales; manipulados por la oligarquía y el emporio de los ricos, que le temen a los cambios que han hecho a lo largo de la historia, para bien los hombres, los pueblos de Fidel, Chávez, Evo, Correa, Ortega; los nuevos líderes latinoamericanos que piensan más en los pobres de la tierra que en los que quieren hacer tierra a los pobres de América Latina. Basta ya de medias tintas; las aves de rapiña de la oligarquía se lanzan sobre el cadáver insepulto que han creado los años de abusos y saqueos. ¿A ver qué dice la Santa Iglesia sobre los hechos, los obispos, cardenales y curas parroquiales? ¿De parte de quién están; seguirán dando las recetas del rezo y la obediencia divina como solución a estos atropellos? Ya se abrirán los caminos de la verdad, y el pueblo hallará su cauce. Los traidores pedirán asilo, como han hecho siempre y se irán bajo el manto protector de los secuaces mayores. Agustín Dimas López, La Habana Cuba 30-6-2009

jueves, 20 de noviembre de 2008

Agustín Dimas López Guevara

En la década del setenta, con el asombro campesino, habanizado con un barniz de lecturas, descubro la obra de Onelio Jorge Cardoso, cuando ya era considerado El Cuentero Mayor.
Comienzo paradójicamente a identificarme e identificar personajes de sus cuentos, con conocidos que dejé allá en el campo. Tal parecía que era yo el niño ingenuo y asustadizo cuando leí Taita diga usted como, pidiéndole al padre espantar el caballo encabritado o el gallo erizado cuando en sus desenfrenos sexuales querían subirse sobre la potranca de mi tío Federico o la gallina enana de mi abuela Fidelina en aquellos primeros descubrimientos en el campo.
De modo que me adentré en la obra de Onelio, hasta casi saber de memoria sus cuentos. Así, aquel estudiante de la Escuela Nacional de Instructores de Arte, en la especialidad de Teatro, halló otra dimensión más amplia al interpretar al padre de Visia, en una adaptación de Pedro Ángel Vera, que estrenamos en el Teatro Miramar en el pase de año del curso setenta y cuatro.
Influido por la obra de Onelio, comienzo a escribir mis primeros cuentos, al amparo de los Talleres literarios y sus encuentros debates, donde obtuve menciones y premios y, además, la suerte de conocer a los entonces jóvenes creadores: Senel Paz, Miguel Mejides, Norberto Codina, Paco Mir, Efraín Morciego, los hermanos Doblado, Roberto Manzano… Pero, sobre todo, a los ya consagrados Félix Pita, Eliseo Diego, Dora Alonso, Samuel Feijóo (quien tuvo la gentileza de publicarme mis viñetas en la revista Signos), Raúl Ferrer, El Indio Naborí, Adolfo Martí, Manuel Cofiño, Enrique Cirules, Sergio Chaple y Raúl González de Cascorro, hasta llegar a conocer en el setenta y ocho a Onelio, con el que entablé una relación de amistad casi paternal que perdura después de su muerte.
Ese año, presidí la delegación Artística de la recién nombrada Isla de la Juventud, al XI Festival Mundial celebrado en La Habana y asistí a un conversatorio en el Centro Internacional de Jóvenes Artistas (CIJA, que sesionaba en el edificio Central de la Dirección General de Escuelas de Arte, antiguo Country Club), donde Onelio Jorge tendría un encuentro con los creadores. De modo que fui uno de los primeros en ocupar asiento en el salón que se abarrotó a la espera, hasta que llegó El Cuentero con su guayabera blanca, sus espejuelos bifocales y su calva inconfundible, acompañado de Cuca.
Con una voz susurrante que denotaba nerviosismo, pidió disculpas por la demora como un estudiante cuando entra tarde a clases. Enseguida lo acosaron a preguntas y él respondía, mientras fumaba y trataba de pastorear su nerviosismo, ocultando casi con los puños cerrados sus uñas carcomidas y yo, inconciente, evocando como una asociación, el cuento El Pavo, que escarbaba con las uñas cenizas y corvas los bulbos de las brujitas en el jardín: lo único feo que tenía el pavo, porque el plumaje era un abanico de vitral tornasolado que hacia desvariar cuando se pavoneaba. Por iniciativa propia o como homenaje a Cuca, leyó Francisca y la muerte.
Luego de las opiniones, mientras bebía un vaso de agua, le pedí que leyera Abrir y cerrar los ojos, pero se excusó: había hecho un viaje desde Lima (donde ocupaba el cargo de Consejero Cultural) y del aeropuerto vino a cumplir este compromiso con la Juventud. Nos dijo que estaba muy agotado, y otra vez percibí en su voz una disculpa sentida, mientras aplaudía como todos aquella tarde de Julio.
Pero al final mientras se despedía, casi confidencial, me preguntó por qué quería escuchar ese cuento, le dije en el apuro, mientras le daba la mano despidiéndolo, que el personaje del cuento sería inmortal, por esa facultad mágica de trasladarse en el tiempo con solo cerrar los ojos. No sé cómo me presentó a Cuca con un entusiasmo que me pareció como si los conociera de toda la vida y, casi como una recompensa, me dio su número de teléfono para que lo llamara y en otra oportunidad leerme el cuento.
Esa tarde le di la noticia a mi mujer: «Onelio me dio el número de teléfono de su casa, para que lo llame y poder visitarlo.» Mi mujer, con nuestro hijo de dos meses en sus brazos, me advirtió, como para corregir mis impulsos afectivos, que esperara unos días por favor.
De modo que al tercer día la ansiedad me lanzó al teléfono y llamé con la buena suerte que me sale Onelio, me identifico, y me pregunta que si puedes venir ahora, que anote la dirección. Le digo que sí, voy para allá; oigo mientras le dice a Cuca que ponga la cafetera porque viene visita.
Recuerdo que llegué por el amplio pasillo y allá, en el fondo parado en el balcón, estaba esperándome para indicarme que subiera por la escalera de la izquierda hasta el segundo piso en la puerta verde.
Aquella noche no me leyó el cuento, pero hablamos del campo, las costumbres, la familia, los libros, la pesca (ese divertimento que nos hizo entrar en comparaciones hasta que un día me convenció de que a él le gustaba más que a mí), los amigos, la ausencia de Tabío (el fotógrafo que lo acompañó en sus búsquedas periodísticas), de Raúl Ferrer. De él me contó, cuando, allá en el central Narcisa y el día que lo invitó a su escuelita: A un alumno que se había comportado indisciplinadamente, lo metió en el excusado y se oían gritos y unos golpes hasta que, asustado, corrió a persuadirlo y encontró a Raúl, dando golpes contra la pared y el muchacho fingiendo que era a él a quién golpeaba. Raúl le confiesa que era una estrategia para que el resto de los muchachos lo respetaran, pues tenía alumnos en cuarto grado con bigotes.
También me habló de su amistad con el Indio, Dora, Félix Pita, Eliseo... (A todos luego tendría la oportunidad de visitarlos, conocerlos de cerca, establecer amistad y corroborar el afecto sincero hacia Onelio.) Entre tazas de café, cigarros y la presencia de Cuca, nos dio la una de la madrugada, lo que se repetiría durante muchas noches en varios años, cuando me acompañaba a casa en su carro a pesar de mi insistencia por marcharme temprano.
Para esa fecha ya me había convencido de que a él la pesca le fascinaba más que a mí. Me confesó, con ese gesto típico que ha quedado en fotos y caricaturas: su mirada fija y por encima de los cristales, mientras me escudriñaba con una certeza que no admitía réplica: «No te puede gustar más que mí, porque el primer pargo que pesqué allá en Matanzas, se me pudrió en la mano de enseñárselo a la gente.»
Así, en esas conversaciones (en las que a veces mi mujer dormitaba en la sala, porque Cuca se entretenía en el cuarto o la cocina), nos fuimos bebiendo poco a poco como un purgante, una botella de un coñac Armenio (hecho con ajíes, que bautizó con el nombre de Sofrito), regalo de uno de sus viajes por la antigua Unión Soviética.
Me habló de Vasil Popov y las Cuitas del corazón y su temprana muerte, de su encuentro con Juan Rulfo, allá en el D. F., de lo mucho que le gustó el cuento Lubina. También de la obra de Guimaraes Rosas y El gran sertón vereda, mientras con palabras proféticas, sentenciaba: «Yo me acuerdo de las cosas antes que pasen.»
Asimismo, de su amistad con el otro Juan (Bosch), que me llevó a conocer en la residencia de Siboney, luego de cumplir los rigores de Seguridad. Nos recibió el dominicano alto, delgado, canoso, con unos lentes montados al aire, una sonrisa afable, y se abrazaron dándose palmadas afectuosas los dos con guayaberas.
En la terraza nos acomodó, nos brindó Ron Cacique y tabacos cubanos que degusté como un fumador empedernido y un bebedor entrenado, mientras atento escuchaba la conversación sobre libros, escritores y otras historias contadas magistralmente por el ex presidente y escritor (que trataba a Onelio como a un hermano) y éste, con su cigarro en la mano, lo tuteaba como a un muchacho.
Hablaron de Joaquín Gutiérrez, Puerto Limón y La hoja de aire. Onelio me pidió: «Agustín, recuérdame el libro para que lo leas. Joaquín se le había dedicado. Maravilloso libro que recogí en su casa ese mismo día y leí con avidez recordando a Juan Bosch, cuando hablaba de su historia. Aún recuerdo que más o menos empezaba así: «Hay quien se enferma del corazón, la próstata o los riñones, yo me enfermé de eso, de pensar, de recordar.»
Luego, cometí el error de prestarle el libro a Ramón Fernández Larrea y nunca más supe de él ni de Ramón, a pesar que Joaquín advertía en la dedicatoria con una caligrafía tica: A Onelio, que no te lo roben.
Onelio tuvo conmigo atenciones que nunca olvidaré: el desprendimiento de regalarme su máquina de escribir Olimpia, en la que había escrito El caballo de coral, llevarme y recogerme en el aeropuerto cuando viajé a Nicaragua y la antigua URSS, prestarme su sobretodo para el crudo invierno moscovita, mostrarme su preocupación al acompañarme en la enfermedad de mi hijo en el Hospital Finlay, cuando los síntomas apuntaban hacia la meningo, hasta su recuperación, con una dedicación de abuelo, que nunca olvidaré, su confesión angustiosa por no poder escribir, aturdido por sus responsabilidades como Presidente de la Asociación de Escritores de la UNEAC e, incluso, que yo concluyera su cuento La mitad del oido y la vida interior, en lo que insistió más de una vez, algo que, por supuesto, nunca hice, hasta que al final comprendió que era un cuento para contarlo y no para escribirlo. Pero, sobre todo, esa gran otra prueba de afecto cuando me dedicó el último cuento que escribió: La presea, cuando la muerte lo sorprende sentado frente a la máquina y estaba dándole los toques finales.
Sería imposible resumir en unas cuartillas las anécdotas y conversaciones con Onelio durante más de ocho años, pero hay una que no debo dejar de mencionar. En el año ochenta y cuatro, la Dirección de Cultura de la Isla de La Juventud, en coordinación con el Teatro Juvenil Pinos Nuevos, lo invita para que reciba el homenaje que le hace el grupo por llevar cinco años en su repertorio Los Cuentos de Onelio. El Cuentero, El hambre, El cangrejo Volador y Francisca y la Muerte, y asistir al estreno del espectáculo Los Cuentos de Juan Candela, hechos con títeres por el grupo, que incluía: Los tres pichones, Pájaro Murciélago y Ratón y La serpenta.
Aún recuerdo sus frases de elogio por la gracia con que Vivian Acosta interpretó a la madre de los tres pichones, la confección de los títeres y la frescura del montaje a cargo del hoy desaparecido Raúl Guerra. Al otro día, la dirección del núcleo organiza un acto en el salón de historia, donde me otorgarían el carné del partido, y le piden a Onelio hacer la entrega. Cuando me abraza me dice al oído: ¡Te lo ganaste primero que yo! Qué vergüenza sentí, pues no entendía cómo era posible con la obra y la vida de hombre humilde, sencillo, modesto y un amor a toda prueba a la Revolución, no hubieran visto los dirigentes de entonces estas cualidades de Onelio. Y es que El Cuentero Mayor era un comunista sin carné.

La Habana mayo de 1996

martes, 18 de noviembre de 2008

Monologo del filósofo por cuenta propia, o el libro de los por què

Agustín Dimas López

Antes de tener el oficio de ahora, - que más que oficio es una obsesión que no me deja tranquilo-, me desempeñaba como asesor, o más bien consejero del padre de un amigo, que había obtenido un puesto importante, por ese milagro de los nombramientos, que mucho tenía que ver con eso que llaman “política de cuadro.” Era allí donde me ahumaba los nervios con el vicio del cigarro., meditando, elaborando ideas para el padre de mi amigo, a quien tenía que decirle jefe, aún en la intimidad del despacho donde se atrincheró, porque creó una estructura protocolar llena de regulaciones y ordenanzas, que para llegar a verlo había que explicarle los motivos a un cvp capacidad disminuida, a una recepcionista distraída, a la secretaría pegada al teléfono, hablando entre susurros., hasta que al fin la jefa de despacho, perfumada y maquillada hasta el dobladillo de los ojos, sin mirarte, ni contestar a los saludos, decía: “el jefe está reunido y no puede atender a nadie, tiene que pedir una cita.” Luego estaba yo, y a él, casi nadie lo podía ver o molestar, porque siempre estaba ocupado detrás de su buró fumándose un tabaco, a la espera de una llamada de un jefe superior. Tenía que ocuparme de recibir al público irritado, que venía por más de una vez buscando respuestas a sus necesidades, darle palmaditas consoladoras en las despedidas, con las palabras mágicas que mi jefe me había dictado de corrido por el intercomunicador: “Dilequeestamostrabajandoeneso”. Con esa mágica oración, donde se omitía al sujeto, logró aburrir e irritar a infinidad de personas, a otras más comprensivas y menos desconfiadas les dio la posibilidad de consolarse por escrito, a través de los buzones que mandó a poner en todas las dependencias subordinadas a la empresa, con el lastimoso y reparador nombre de: “Quejas y sugerencias” Patentizando de ese modo los buzones, que le dieron una dimensión más burocrática a sus funciones., extendiéndose por todos los centros del país esa práctica, generando un papeleo con quejas y lamentaciones, que más bien parecía una sucursal del correo postal de Cuba. Hasta que muchos años después, mi amigo Pepe Alejandro, desde el periódico Juventud Rebelde, se encargó de la sección Acuse de recibo, y trata con sus comentarios de enderezar los entuertos, arbitrariedades, desmadres , indolencias y deformaciones que se siguen cometiendo, con el consuelo de que las tragedias personales alcancen el conocimiento nacional, para que todos de una forma u otra nos veamos reflejados, mientras esperamos expectantes en cada edición las respuestas que desde los finales del siglo pasado aún están pendientes y las más recientes que se pondrán viejas y se convertirán en noticia.

Con el ajetreo de sus responsabilidades, encontraba cobertura para su distracción y no le prestaba atención a los asuntos, las inquietudes, que por escrito y en orden de prioridad, le ponía sobre el buró cada mañana, junto con la agenda de la jefa de despacho, con las afectaciones del día y recordatorios en círculos rojos de asuntos urgentísimos. Era ese el tiempo cuando la jefa de despacho lo acompañaba a todas partes en el carro. Yo me quedaba contándole mentiras a la gente, justificando que tal o más cual asunto se iba a resolver, “queestamostrabajandoeneso” y el jefe anda por provincia en un consejo de dirección ampliado. Cuando ya se filtraban los comentarios sobre la construcción de una casa a una de sus queridas, de las bacanales en las casas de visitas, de las remezas de alimentos que sobraban de las actividades y que se perdían en el maletero de su carro, junto a las botellas de ron y de cervezas.
Un buen día, de modo constructivo, intenté hablarle sobre el mal uso de los recursos, cuando ya había sucumbido ante el embrujo hipnotizador de la jefa de despacho, que le acompañaba en las reuniones fuera del centro, o salía con ella a un problema personal., el caso es que siempre inventaban razones para salir juntos. Las murmuraciones y comentarios eran escandalosos, hasta llamadas de mujeres resentidas y engañadas por sus amores furtivos había tenido que atender. En un arranque de autosuficiencia, abuso de confianza, o de poder, no sé bien, porque me lo dijo soltando una bocanada de humo y hablándome como si yo fuera el tabaco: Yo te pago para que me aconsejes, pero a partir de ahora te voy a seguir pagando para que no me aconsejes más. Con la misma confianza de siempre, pero esta vez con voz autoritaria, me mandó como a un muchacho al pantry a buscarle el termo de café, porque la pantrista había salido a la esquina a rellenarle una fosforera., al final me dijo más sentenciosamente: No le hagas caso a los chismes, eso es una forma de hacer contrarrevolución. De ese modo dejé de aconsejarlo. Me convertí en su ayudante personal, sin voz ni voto, preocupado en sus detalles más elementales, llegué a sorprenderme soplándole el café, para que no se fuera a quemar la lengua. Aguantando a mi mujer cuando le comentaba las incidencias del día y me respondía: “Tracatán.”




En su larga carrera de dirección, siguió venciendo los obstáculos de los controles y ayudas, que paradójicamente, lo ayudaban más, a controlar menos. Utilizaba el recurso de involucrar a todos con el centralismo democrático, haciendo copartícipes de sus errores a la mayoría, sumándolos a sus arbitrariedades, y ellos, quizá, por el temor a perder la confianza del jefe, que tan bien parado estaba, y aunque olvidara saludar a los obreros y empleados, ellos, los más allegados, con ingenuidad lo justificaban., porque siempre entraba con la cabeza cargada de preocupaciones, el portafolio lleno de papeles y el bolsillo de la camisa con la pluma y los tabacos, para calmarse la ansiedad en la intimidad del despecho. Esos subordinados más allegados, lo adoraban como a un dios, porque era capaz de reconocer los errores con una inocencia de estreno, que más que criticarlo, había que aplaudirlo., creando de este modo una excusa infalible para justificar los incumplimientos de los planes, el caos de la producción, cuando la asamblea estallaba en acaloradas y escabrosas discusiones. El, tomando la palabra los hacía responsable de lo bueno y de lo mal hecho, los calmaba con una dosis de autocrítica, capaz de quitarle la voz y la irritación al secretario del sindicato, que en la votación debía levantar la mano para estar de acuerdo. Creó un estilo de equivocaciones en el trabajo, que casi podíamos afirmar: “el que no se equivoca no trabaja bien”. Lo que hace falta es el valor para reconocerlo, autocriticarse, y se golpeaba el pecho como un cristo desclavado. Aquel acto de valentía arrancaba los aplausos de la presidencia y de la masa, para dar por terminada la asamblea, olvidándose las contradicciones, y las iras, cuando en la actividad recreativa, organizada por el sindicato, con el apoyo de la dirección, que prestó el transporte para arrastrar el termo de cerveza., todos disfrutábamos de la alegría entre la embriagues y el ritmo de la música que salía por los baffles, desde el tocadiscos del Director, que tan entusiastamente sacó de sus despacho y me nombró sonidista de las actividades, recomendándome que le tuviera cuidado con el tocadiscos y los long play, que por cierto casi se gastó el de la Monumental, con el prendan, prendan el mechón, mientras él atendía en el salón de protocolo a “los factores” invitados a la actividad.




Por mi parte convertido en el correveidiles de sus caprichos y encargos, tenía que soportarle sus gracias, cuando se burlaba en mi propia cara diciendo: “Hay quien nace para mandar y otro para hacer mandados” Y se ponía a leer el periódico de hoy con las noticias de siempre, envuelto en una nube de humo. Ya para entonces estaba desencantado, pero a dónde iba a ir a esta altura a buscar trabajo. Amarga había sido mi experiencia cuando me quedé en la calle, por culpa de la reducción de plantilla y el nuevo director amparado en la lucha contra los errores y tendencias negativas, suspendió contratos y redujo la plantilla a sus antojos, para al cabo de unos meses inflarla de nuevo con socios que trajo, amparado en la confiabilidad, como un recurso extra laboral, solo al alcance de los jefes que deben tener sus chóferes, secretarias, jefes de despacho, económicos, todos confiables, mientras yo me deshacía en preguntas y reclamaciones a todos los niveles, sin respuestas, mirando el humo del cigarro, ajeno a las lamentaciones de mi mujer, prediciendo que iba a terminar loco. Yo tratando de llevar a la práctica la teoría de hacer más con menos. Sin trabajo, pasaba la mayor parte del tiempo en el muro del malecón, con el carrete en la mano, ansioso por coger un ronco, con una carnada reseca por el sol, cuando él en su carro, se parquea y me gritó: ¡Camagüey! mi apodo de estudiante. Me abrazó con un entusiasmo afectivo, como en nuestra amistad de juventud, preguntándome: Coño qué es de tu vida. Me invitó al bar del 1830 y entre trago y trago me contó que luego de sus estudios en la universidad de Lomonosov, allá en Moscú, trabajó como profesor en Ciudad Libertad, hasta que lo designaron director de un pre allá en Alquizar, y allí estoy. Me daba palmadas de afectos, mientras yo le contaba que me gradué de técnico medio, y había terminado el servicio social en La isla de Pinos, en una planta de cerámica, luego regresé por la lejanía de la familia y empecé en una fábrica en Guanabacoa. A esta altura ya me había tomado más de dos líneas de ron matusalén, le dije que llevaba seis meses sin trabajo, que había pensado ponerme a limpiar parabrisas en los semáforos, para buscarme la vida. Tal fue mi catarsis de infortunio, que se me aguaron los ojos contándoles las calamidades, de la forma injusta que me dejaron fuera, de mis reclamaciones., porque aún pensaba que me iban a pagar con carácter retroactivo, sabiendo que el nuevo jefe había llenado la empresa de gente y creado nuevas plazas. Mira que yo me había sacrificado, que participé en todas las movilizaciones en la escuela al campo, la zafra del 70, los trabajos voluntarios en el Plan cordón de la Habana, el cien por uno en la isla, sembrando toronjas en los pedregales de la Melvis. Esa misma tarde me presentó a su papá. Desde entonces es mi jefe. Por la deuda de gratitud con él, y su hijo, aguanté tantos arranques de impotencia, pero ya lo tenía calado y no me atrevía a contestarle lo que pensaba, porque a esta altura no sabía si me iba a entender cuando le dijera, sin ánimo de aplastarlo: El que sabe, sabe. El que no, es jefe. Tratar de ponerme a salvo de sus burlas insolentes, que me hacia delante de sus amigotes. Porque yo sé muy bien que nunca fui su amigo, solo un compromiso de su hijo, una petición al padre, que gozaba del esplendor del poder, sin tener que sacrificar nada personal, uno más en la cadena de mandos, un cuadro, como los anteriores jefes que conocí y los que aún no he conocido. Quería borrarme esa palabrita que inventó mi mujer cuando le contaba los trajines del día, y ella apagaba la luz, al tiempo que tiraba la cabeza contra la almohada, mal humorada, diciéndome tracatán: esta vez a causa de una llamada telefónica a casa del vecino, para salir a esta hora de la noche, a resolverle un problema personal, porque no sabía ni cambiar una zapatilla de la pila, ni cerrar la llave de paso para que no se inundara la casa. Para colmo, no mandaba ni el carro a recogerme. La palabrita se me quedaba dando vuelta en la cabeza, cuando cogía la guagua para llegarme hasta su casa, con las herramientas en un bolso y arreglarle el salidero del agua. Esa palabrita: tracatán, se multiplicó como un virus, porque hasta en la correspondencia de los buzones, cuando ya nadie los revisaba, me la encontré escrita con los trazos chapuceros de los anónimos, donde decían horrores de sus desmanes. Estaban, además las risitas y las murmuraciones, que me obligaban a fingir haciéndome el sordo, cuando entre los pasillos, el trasiego de las oficinas, o en el comedor, sorprendía a mis compañeros haciéndose los de la vista fina, para fijarse en el termo, los tabacos, el periódico, o cualquier encargo que le llevara al jefe, más por oficio, que por eso de la tracatanería. Pero es que las evidencias eran así. Seguí luchando en el más desamparado abandono, sufriendo por todo y debatiéndome en las contradicciones., de seguir callando sabiendo tantas cosas, o de olvidarme del inmenso favor que me había hecho y mandarlo al carajo, para estar tranquilo con mi conciencia., callarles la boca a la gente y a mi mujer. Pero no me decidía. Seguí haciéndole favores a él y todo aquel que me lo pedía, solo, rumiando las ideas que me asediaban sin hallar el modo de darles cause, porque ni a mi mujer podía convencer de que tenía ideas propias.
Cuando lograba su atención y pensaba que me atendía, se me quedaba dormida en el sofá, sin haber tomado el diazepan, que dejó de tomarlo y desde entonces me encargo de dormirla con mis conversaciones, con la obligación de contarle en la mañana, en qué terminó la novela, o qué tal estuvo la película del sábado.
El siguió una larga carrera como director, aumentando su autobiografía o curriculum vitae, como le gustaba decir. Yo no pude seguirle en todas sus andanzas por fábricas, institutos, ministerios, organismos y empresas, porque estaba facultado como cuadro para mandar en cualquier actividad, aunque solo supiera utilizar la facilidad de envolver a la gente con los teques demagógicos., el arma infalible de su larga trayectoria. Había que callarle la boca a los que se molestaban por su nombramiento. Los tildaba de resentidos, faltos de confianza en las decisiones de arriba. Acusaba de apolíticas tales manifestaciones y así siguió campeando. Hasta que ya, más hastiado que cansado, monté mi personaje de desajuste psiquiátrico y pedí un peritaje médico y dejé en dudas a la comisión. Convertido en un ser extraño, que apenas conversaba, lo más que decía eran los saludos y a veces saludaba tres veces a la misma persona. Para ganarme el apodo del quemao. Era así como esperaba, con un estipendio del estado, convertirme en jubilado, que es como decir filósofo por cuenta propia. Para aquel entonces estábamos en un teatro, en una nueva escalada de su currículo. Hube de acompañarlo por eso de la gratitud. Porque me lo pidió de buena fe, dándome a entender que yo tenía alma de artista, con lo que estimuló mi ego y la apatía de mi mujer, mi jefe como administrador, en pleno Período Especial, mientras yo atendía la programación, esperando que la comisión médica dictaminara mi incapacidad, para que me bajaran mi chequera, como al coronel de la novela de García Márquez. Ahí fue donde me dio por escribir y dejar plasmadas las ideas que me asediaban. Tenía el tiempo para conversar conmigo, analizar las causas y los efectos, vaya filosofarme un poco para prepararme y recibir la vejez con ideas rejuvenecidas, porque me desencolaba el animo tener que soportarme las niñerías de los viejos: malas crianzas, de que haya que darles las comidas como si se les olvidara comer, soportarles que se meen y caguen donde quieran, para tener que esconderlos en cualquier rincón de la casa, como a un mueble roto, y ocultar así la pena que ocasionan cuando llegan las visitas y preguntan: ¿Cómo está el viejo? Y halla que responderle con una sonrisita hipócrita de agradecimiento: Está ahí, figúrese, con los achaques de la vejez. En vez de contestar: está allá atrás escondido, porque se ha cagado hasta la cabeza, y todavía no han puesto el motor.
Mientras pensaba y escribía, después de haber visto en el lobby otro buzón, envuelto en el polvo del olvido, lleno de cartas con reclamaciones y acusaciones de todo tipo, decidí elaborar una idea proyecto, a partir de las propias experiencias del centro, para contribuir a eliminar esos buzones llenos de quejas, anónimos con cascarilla, comejenes y que nadie se digna a retirar. Están ahí como un símbolo de la desidia y la burla, una trampa para cazar ingenuos inconformes, pensando que al escribir le van a tomar en cuenta, que sus ideas pueden ser más geniales que las de un jefe. Tontos de pacotillas, dejando recaditos y pidiendo lo imposible, para colmo, la mayoría sin firmar, para no dar la cara, qué poco conocen el centralismo democrático.
De modo que luego de haber leído infinidad de escritos, con críticas sobre obras y puestas en escenas de dudosa calidad, de malos tratos de los empleados, de los vendedores y revendedores que copaban el portal, del abandono de los baños, de la pena que daba cómo se destruía una institución, puse todo mi empeño en la Idea Proyecto, como la nombré.
Consistía en un documento que no viene al caso ahora detallar en todas sus partes, donde exponía que las entradas a los teatros no se cobraran a la entrada, (valga la redundancia) si no a la salida., para darle oportunidad al espectador, que pagara si la actividad le había sido grata, de lo contrario la administración estaba en la obligación de resarcirlo con una indemnización, por hacerle perder el tiempo, para ello debía pagarle un por ciento del salario que devengaba en su puesto de trabajo, por el tiempo mal empleado en ver la función.
En caso de no tener vínculo laboral, o ser jubilado, se le pediría disculpas por escrito, solidarizándose con su situación económica, pero dejándoles claro que el teatro no se podía convertir en un centro de beneficencia, que el Estado debía asumir esa responsabilidad. Eso sí, quedaba terminantemente prohibido, decirles ese lema que crearon los gastronómicos, ironizando con los clientes: “Gracias por su visita”. Así proponía no engañar a nadie, ni justificar cambios de elencos, ni de espectáculos a última hora, que a pesar de haberse publicitado por espacios estelares de la televisión., la Comisión de Evaluación, por un exceso de confianza, o descuido, no llegó a ver antes del estreno y ahora se comprueba por la crítica y los espectadores, (que dicho sea de paso nunca coinciden) pero dice la crítica escrita y radial, que adolece de la calidad artística, que no logra llegar con su mensaje y demerita el contenido que pudo tener oculto en el vestuario y el uso y abuso excesivo de luces, quiere cegarnos con sus efectos. Dice además que, es una pena luego de casi un año sin estrenos, se bajen con una obra que va a endeudar el teatro cubano. En un arranque de entusiasmo casi solidarizándose con mis ideas, el crítico clama porque el artista sea el encargado de renumerar al estado, porque ha sido un rotundo fracaso el estreno, sugiriendo además con un final abierto: ¿Qué hace ahora la comisión?
Aparte de este desastre estaba la posibilidad que el espectador, convencido, conmovido e identificado con la obra vista, pudiera aplaudir, hacer los comentarios en alta voz, es decir entrar en catarsis, al estilo Aristotélico, sin el temor a ser regañado por las acomodadoras, que no las dejan dormir, por lo que regañan sin compasión, creando, sin proponérselo, al estilo Brechtiano, el famoso efecto quinto, de igual modo, después de gritar bravo, puestos de pie y aplaudiendo, con la alegría más desbordante, se convirtiera en contribuyente voluntario de una propina, mayor incluso, que el valor real de la entrada. Esta acción así, con desenfado, creará una reacción que otros imitarían, no porque les haya gustado tanto, si no por el complejo de parecer ignorantes.
Así se podrá crear un fondo, para ser repartido a partes iguales entre todos los trabajadores, desde el portero, hasta el más distraído utilero, incluyendo por supuesto a los actores, sin distinción de categorías, para evitar que siga creciendo ese daño que hemos creado con eso, de que yo soy A, y tu eres B, coger el alfabeto para crear disputas sobre el valor de las letras. Burocratizar el arte y alimentar un estrellato que no llegue a brillar, porque estrella comienza con e y tiene la a al final. Así que mira tú, el mierdero que hemos armado, por no confiar en los aplausos de los espectadores.
Esto creó serias dificultades, temores y contradicciones al jefe económico, porque estaba habituado a sus modelos y planillas tradicionales. Le daba tiempo a todo su personal de salir y merendar en la calle, sin que se atrasara el trabajo, ni aún en los cierres de mes, que había que informar hasta las colillas de cigarros que se llevaban los becados de los ceniceros. Que la merienda era una conquista del sindicato, en coordinación con la administración, que había dado la oportunidad de disfrutar de una hora, en vez de quince minutos como orientaba el reglamento, para que diera tiempo a coger una pizza caliente, porque el comedor es un sueño convertido en pesadilla. Dijo además que tendría que crear todo un sistema. Mandar a imprimir modelos, papeletas de devolución, nóminas de propinas, resúmenes de indemnizaciones, informaciones para la onat, desgloses para los estados de cuentas en el banco… con tanto trabajo iba a tener que suspender la hora de merienda y eso sí que era sagrado. Así que en ese punto, la discusión se perdió con otras disquisiciones y nos salimos del orden del día. Aquella discusión se parecía al éntreme Las aceitunas, no sabíamos qué hacer como Mesiguela. Hasta que por el hambre, hubo que dar un tiempo para que el consejo saliera a comer algo y fumar, porque aquella oficina parecía un horno. Después del receso y las bromas mientras meaban en el baño, entramos con nuevos bríos al debate. Al final se adujo un elemento de última hora que jugó un papel determinante, para que junto con todas las trabas expuesta por el jefe económico, diera al traste con mi proyecto. El elemento en cuestión lo planteó el jefe de los cvp diciendo: al espectador no se le puede dejar mucho tiempo dentro del teatro, molestando a las acomodadoras. Ellas tienen que hacer su trabajo a tientas, porque las baterías están por divisas y no se consiguen en moneda nacional, ( que dicho sea de paso ) hay que comprar bombillos para las linternas, porque dándole golpecitos para estimular las baterías, todos se ha fundidos. Las acomodadoras trabajan cuatro horas por las mañanas y cuatro por las noches, para justificar el salario. Ha muchas se les ha permitido vender maní dentro del teatro, con el compromiso de trabajar voluntario, recogiendo los papeles que desconsideradamente tiran al piso los usuarios-espectadores. Con el trabajo que da barrer una alfombra., porque ya ni con la aspiradora se puede contar. Y la compañera de limpieza tiene capacidad disminuida, desde que se enredó con el cable y se cayó encima de la dichosa aspiradora rusa, que más que una aspiradora, parece una combinada cañera. Nadie puede imaginar lo que acarearía eso: dejar al espectador dentro del teatro esperando una reclamación. Sobre todo los espectadores del interior, que tanto les gusta la capital. Vean tanto espacio disponible., que les dé por armar escenografías y conviertan el teatro en un solar. Que acaben con los telones, las bambalinas, las patas, los equipos de luces y sonido. Que se metan incluso en los baños clausurados y a los más listos se les ocurra alquilar la cabina de audio que tiene aire acondicionado independiente. Allá el que se haga responsable con aprobar ese desorden. Sacudió las manos como quitándose responsabilidad, con lo cual creó el temor y el quórum, para que por unanimidad y no por mayoría me engavetaran mi proyecto, a pesar de haber votado en contra.
Al bajarme la chequera, se me abrieron las puertas de las inquietudes, no para seguir convenciendo a funcionarios y jefes, donde me había desgastado las razones, sino para encaminar mis teorías por otros derroteros., que por lo menos me diera la oportunidad de disfrutarlas al tiempo que ayudara al prójimo. Así me gané el apelativo de candil de la calle y oscuridad de la casa, que por supuesto me lo puso mi mujer y me lo repite cuando le resuelvo un problema a un vecino que no sabe orientar la antena del televisor, o le cargue la jaba con los mandados a cualquier vieja de la cuadra, siempre en mis ratos libres. Porque el resto del tiempo se lo dedicaba a la lectura, a mis apuntes sobre la vida, la risa, el llanto, la muerte, y a la confección de los cigarros tupamaros para mi autoconsumo. El dinero de la jubilación no me alcanzaba para este gusto, porque la caja se había puesto a treinta pesos en el mercado negro y me las veía negro con el dinero, para que me alcanzara para las pastillas del tarjetón de mi mujer. Así que cuando se me acaban los cigarros de la cuota, salía a dar mi recorrido hasta la Terminal de ómnibus, mientras meditaba y estiraba las piernas recogía algunos cabos para hacer los tupamaros del día.
Cierta vez logré que me invitaran para impartir una conferencia en un asilo de ancianos. Tema que ya venia trabajando. Me resulta alarmante el modo grosero y abusivo que los jóvenes emplean contra los ancianos. Se burlan de ellos, sin conocer que el que no llega a viejo es porque se queda antes.
Mi conferencia versaba sobre los orígenes del miedo y el miedo a la soledad. Pero cuando más concentrado estaba exponiendo mi introducción por los caminos de la felicidad, los viejitos rompieron a llorar a coro, con un llanto de abuelos desconsolados, como si se hubieran puesto de acuerdo, o estuvieran en cadena igual que los canales de televisión, perdonen el símil, pero lloraban con la poca fuerza de sus sollozos, lo mismo los abuelos que las abuelas. Ninguno podía adaptarse al asilo, me daban a entender que no se acostumbraban a la idea de que los hijos no se ocuparan de ellos. Verse despojados de sus casas, que sus nietos los vieran de lejos, como animales del zoológico. No pueden imaginar la que pase. Aquello parecía un círculo infantil, al punto, que no sabía si darle un vaso de agua, o decirle que le iba a comprar un chupa chupa a cada uno. Quería atajarles el llanto y calmarlos, para seguir, pues tenía la certeza que estaban identificados con el tema. En esas dicotomía estaba, cuando llegó la directora encima de unas plataformas, que más bien parecían un par de ruedas, que un par de zapatos y que hacían juego con las argollas que le colgaban de las orejas, y me acusa públicamente de haber molestado y asustado a sus viejitos, porque así los nombró y los chiqueo, mientras les iba pasando los dedos por los cabellos canosos, con una parsimonia como para no dañarles la mollera. Ya para entonces las empleadas les iban sirviendo en los jarritos de aluminio, el yogurt se soya. A muchos hubo que dárselo en cucharaditas, porque no podían con los temblores sostener el jarro. No pude convencer a la directora que yo no era responsable de ese desequilibrio emocional de los abuelos. La causa era el abandono familiar. La falta de cariño y el olvido. Ella me gritaba que nunca los había visto temblar así. Que no le hablara del mal del parkinson cojones. Que estaban así por culpa mía. La vi tan alterada, que me quedé con mis papeles en la mano y más preocupado por ella que por los abuelos, que a esta altura de la discusión se habían dormido en los sillones. Nunca me había sucedido nada igual, lo juro. Lo que más había experimentado era la impotencia de que no creyeran en mis ideas, la apatía con que me trataban algunos cuando se dignaban a escucharme y esa costumbre enfermiza de mi mujer, de no poderme atender porque el sueño la duerme, y en honor a la verdad, algún que otro chiflido o bostezo involuntario sin mayores consecuencias para venir a evocarlos. Fue después de esto que empecé a desgastarme el celebro como un niño cuando empieza a buscar razones en los por què.
Por qué no puedo hospedarme en un hotel, qué ley me lo prohíbe, sino este absurdo custodio que recibe ordenes de arriba, que nadie sabe quien las dio, y me mira con recelo cuando entro al lobby del hotel. Este hotel que no puedo disfrutar, porque no soy extranjero, quién me explica, para que logre convencerme de este absurdo en que padezco y sufro recordando los versos de Guillén, pero es que yo no tengo lo que tenía que tener, y me acostumbro amor, a desordenarme, no como Carilda, sino en este mar de las incomprensiones donde naufrago con mis frustraciones de ciudadano.
Cuando lo más lógico es que me dejen hospedarme con este dinero mío, que para colmo me lo gané en el extranjero, ya sabemos que el nuestro no alcanza ni para comprarme el pan liberado Pero que pueda hospedarme con un familiar que vino de vacaciones y me invita a quedarme en el Hotel y no hallo el modo de explicar para que entiendan los de afuera que yo no puedo hospedarme, hasta me invento una historia de consuelo para los amigos de otras latitudes, que antes si, en la década del ochenta el hotel costaba veinte pesos la noche y la mesa sueca diez y casi nadie venia al hotel, ni comía en la mesa sueca repleta de carnes, peces, arroces y frutas que apenas si se vía el mantel, que la culpa es del bloqueo por eso tuvimos que recorrer al turismo para recaudar divisas, que nos ha llenado de vicios y lujos que no necesitamos, sin darme cuenta pluralizo, pero es que con la divisa que entra del turismo costeamos la Salud que por cierto:
Por qué si somos una potencia médica es tan malo el servicio de atención en los hospitales, por qué hay que repararlos todos a la misma vez, y halla que entrar a los cuerpos de guardias con el pañuelo en la boca porque el polvo no te deja respirar.
Por qué tengo que ser recomendado por alguien para que un médico me haga una prueba urgente ante una enfermedad que me acoquina y tengo que ser atendido en un cuerpo de guardia por un estudiante de otras latitudes, cuando espero que me atienda un médico cubano con experiencia en la medicina de tantos miles que se han graduado en cuarenta y siete años de Revolución, y tengo que sentir la inseguridad, el temor a que un estudiante masticando malamente el español me reconozca para que al final no sepa decirme el mal que me aqueja, hasta que me receta una duralgina y la enfermera medio dormida me echa una mirada cuando le muestro el método, tengo que decirle: ¡Duralgina! La saco del letargo, prepara la inyección, me la tira o me la pone no sé bien, ni ella tampoco, pues se graduó en sólo 6 meses y salgo echando del cuerpo de guardia, con un ardor en la nalga, de madruga, a pie para la casa, porque no hay taxis, ni guaguas, ni bicitaxis, ni un cojón, a esta hora de la madrugada es más de tranca y voy hablando solo de toda esta mierda que me agobia.
Por qué no puedo comer langosta, camarones o cualquier pez insignificante del mar, para que me aumente el fósforo, a ver si se encienden las vitaminas que se me apagan en el cuerpo, por la falta de fibras cárnicas, ya no te hablo de la carne de vaca, porque según las noticias que llegan de Europa por el Granma, allá anda el mal de las vacas locas y aquí el mal es que la gente está loca por comer vaca porque allá el que crea que la soya es
carne, amén de sus riquezas proteicas, pero es que nosotros estamos ansiosos por chocar con la fibra, porque por mucho que avance la ciencia la carne siempre va a ser carne , por eso en el campo se roban en pedazo hasta los caballos y descuartizan vivo a cuánto animal de cuatro patas se entretenga. Que sigan con las pastillitas de polivit para combatir la neuritis y pensando allá arriba que con la cuota que se llama canasta básica se puede vivir el mes comiendo con desayuno, almuerzo y comida, cuando todos sabemos que en los mejores años de la cuota sólo se podía comer diez días a lo sumo, y entonces había que inventarla, cada cual a su manera para no morir de hambre, con el forrajeo y la bolsa negra para chocar con la fibra, el trueque por ropa, jabones y botas rústicas en el campo para conseguir el arroz , los frijoles y la carne de cerdo. Figúrate ahora con el Periodo Especial, que es casi nada lo que nos toca por la libreta, y hay que comprar de contrabando casi todo, mientras en las Shoppings hay hasta chorizo en pomo, como antes en el capitalismo, que se nos iban los ojos por la vidriera. Vivíamos con la ilusión de que quizás mañana ocurriera un milagro para poder comprar, como ahora: hacer maravillas para conseguir el chavito, comprar aunque sean los cuadritos de caldos para hacer una sopa con sabor a sustancia de carne y entretener el paladar con sabores sintéticos como los sobrecitos de refrescos instantáneos que intentan borrarnos los sabores de jugos de frutas naturales que no hay que importar porque son cubanos como las toronjas, naranjas, mandarinas, guayabas, fruta bombas, piñas, mangos, marañones, melones, limones, nísperos, guanábanas, chirimoyas, anones, ciruelas… y todos los demás que no logro enumerar, para hacernos más refrescantes los veranos. Pero no es así,
y ahora solo se consigue algún jugo adulterado con agua, en un timbiriche de mala muerte, categoría séptima donde reposan en los mostradores de fórmicas sucias, las moscas de todos los veranos. (Ah, porque también nos llenamos de categorías en la gastronomía y hay digestiones primera categoría y otras séptimas con diarreas incluidas)
Pero por qué si la tierra está casi toda en manos del estado, en cooperativas y granjas los precios de las frutas están por las nubes, cuando son frutos de la tierra y la libra de fruta bomba está a cuatro pesos, la guayaba, el melón ni se diga… El colmo es que el aguacate oscila de de cinco, a veinte pesos. figúrate tú, si el precio de esta ensalada volátil como un peo, está así, el resto de los productos son impagables para las familias de bajos ingresos, que son la gente de a pie, hacinadas en barbacoas, cuarterías, solares y albergues, esperando que terminen un edificio que lleva treinta años en construcción, que cuándo lo vayan a inaugurar hay que clausurarlo por filtraciones y otros desperfectos constructivos. Estamos rodeados y no es de agua, de mierda burocrática, papeles, demagogia e indolencia. Hemos cultivado la doble moral como un escudo a prueba de balas.
Por qué no puedo vender el carro decrépito que me gané hace treinta años, que ya no puedo mantener y lo hago violando una ley que nadie a leído pero que todos conocen y tengo que hacerlo escondido, para que el comprador venga todos los días a la casa a preguntarme si no me voy a ir del país, qué por favor no lo embarque. Tenga que vivir con la zozobra de que el nuevo dueño de mi carro desconfié de mi, al extremo de hacerle firmar un papel donde hago saber que yo se lo vendí por mil fulas, que me
los he ido comiendo poco a poco, como el óxido que se comía la carrocería montada en burros en el garaje, y que yo le garantizo por medio del escrito que jamás se lo voy reclamar, como si mi palabra de hombre honesto no fuera suficiente, porque no puedo hacer el dichoso traspaso de la circulación de ese tareco que se llama Moscovich . Porque los cuentos que se oyen por ahí sobre carros vendidos y vuelto a vender, porque hay de todo en las viñas del señor. Es así como se arma la cadena de desgracias que se convierten en dolores de cabezas y delitos, por no autorizar que uno haga lo que le de la gana con lo que es de uno.
Por qué no puedo permutar sin tantos trámites y revisiones mi casa por otra más grande o más pequeña según las necesidades de los interesados y tengo que recurrir a un notario u abogado del bufete y ofrecerle dinero para que me haga los papeles tan rápido como yo los necesito, iniciar una cadena de engaños y delitos, coño si yo no voy a llevarme la casa para el Yuma, yo lo que quiero es acercarme a mi familia del Vedado que vive en zona congelada y yo vivo en Centro Habana con un calor de pinga y las calles asfixiando, por que en cualquier esquina hay un basurero, un charco de aguas albañales con olor a mierda.
Por qué nos podemos dar el lujo que un sereno de una firma venda su merienda de pan con jamón y refresco enlatado y gane más que mi salario de un día.
Por qué la política de cuadro no se cumple por los que deben aplicarla.
Por qué nuestra prensa es tan contemplativa y elogiosa con las tareas y metas que se convierten en globos, inventando eufemismos, tales como: desvío de recursos, faltantes, y otros giros del lenguaje para no nombrar el robo por su nombre y más recientemente en el periódico provincial en cada edición semanal, publica una relación de centros laborales, donde un grupo de expertos descubren las pupas y las larvas en plena metamorfosis acuática, para convertirse en mosquitos Aedes Aegiptys, que azotan con sus picadas creando el caos con la epidemia del dengue hemorrágico. Resulta alarmante y bochornoso que hasta en farmacias los expertos descubran este proceso de formación del mosquito y solo se le ponga una multa al centro, que al final la paga el propio estado.
Por qué históricamente los dirigentes se caen hacia arriba rompiendo con la ley de gravitación universal, y tienen la facultad del conocimiento para dirigir en cualquier empresa u organismo.
Por qué si la libreta industrial desapareció, la ropa, el calzado y los productos de aseo hay que comprarlos en divisa, de dónde sale ese dinero, si el pago en moneda nacional no alcanza para compra los vegetales para hacer la ensalada de todos lo días, y sin embargo todos vestimos y calzamos y usamos estos productos que se pagan en divisa. Los que reciben remezas, trabajan en el turismo, viajan, o son artistas, cuentapropistas, jineteras, o negociantes de bolsa negra, tienen la forma de hacerlo, ¿pero el resto de dónde saca el dinero?
Por qué se vende más pizzas en un día en toda la Habana, en pizzerías particulares, si la harina es importada y el pan sigue normado con una calidad que roza la falta de todo tipo, y el estado no puede mantener las pizzerías que florecieron en otros tiempos de bonanzas.
Por qué si mas del noventa por ciento del transporte que circula es del estado, es tan deplorable el transporte de las personas, y prácticamente se burlan de los inspectores estatales que se derriten al sol con las tablillas y muy pocos les paran para recoger a alguien. Cuando paran se justifican con argumentos falseados en hojas de rutas, y siguen gozando y gastando gasolina, hasta cobrando cuando recogen a alguien en pleno boteo y cuando le das los diez pesos por la carrera, te hacen compadecerte cuando dicen: “Yo también tengo que vivir” A ver por qué no se le pone un impuesto y que ganen un por ciento, mantengan el carro, cumplan con su trabajo, hablo de carros ligeros, camiones y ómnibus. Estoy seguro que mejora el transporte y se alivia la economía de tanto robo y despilfarro.
Por qué si subió el pago de la tarifa eléctrica, para acabar con el despilfarro, promover el ahorro y denunciar a los que utilizan los servicios de paladares y hospedaje de viviendas y pagaban el consumo eléctrico en moneda nacional, no se hizo una ley particular para estos casos y se le cobró a ellos este servicio en divisas, para buscar equidad, pues es que la moneda nacional para ellos es risible cuando pagan dos mil pesos de consumo en un mes y ganan en un día de alquiler este gasto, mientras el de bajo salario cuando le llega la cuenta con el nuevo refrigerador, las ollas, el ventilador y demás enseres eléctricos, le da el infarto, por cierto, si le ponen marcapaso, creo que no tienen contador eléctrico, sino es mejor que se muera una sola vez.
Por qué casi después de medio siglo tengo que llevar las jaba para que me despachen los mandados de ¿la canasta básica? Y ya nadie se acuerda de los cartuchos y las bolsas de nylon me las venden como un producto más y hay personas que tienen montado su negocio en los mercados vendiendo jabas que se roban o compran y revenden, como tantos productos que se venden y revenden que no podría enumerar.
Por qué son tan bajos los salarios del bodeguero y por qué todos sabemos que nos roba y nos vende a sobre precio los productos normados y no somos capaces de denunciarlo porque si lo denunciamos entonces no podemos comprar esos productos.
¿Por qué están tan deterioradas las bodegas?
Por qué si hemos conquistado la independencia, la igualdad social, la reveindicación de la Mujer a la sociedad sigue proliferando la prostitución con nuevos matices, que viene desde los años hermosos y felices cuando los Jefes o Pinchos con sus carros y posibilidades inventaron la tití manía, le pusieron casas y confort a las queridas, con los recursos que el estado había puesto en sus manos y que él creía poder derrochar y disfrutar por que se jugó la vida contra Batista. Bajó de la Sierra con grados en los hombros, menos de sexto grado, pero con mando y autoridad, se fue superando poco a poco, aprendiendo a decir discursos con una fonética de de entonación que se ha reproducido como un mal genético en las nueva generaciones. Luego como todos sabemos se fueron a vivir a las grandes residencias de los Batistianos, que tanto repudiamos esos gustos burgueses de piscinas y grandes salones con estatuas y pianos de colas. Aquellas residencias que en un principio fueron escuelas donde entraron en masa los humildes jóvenes del campo, asombrados en el brillo de los pisos, y que hoy al cabo del tiempo, son habitadas por la casta de jefes, en activo y en retiro, y pueden alquilar los retirados al turismo por el módico precio de trescientos CUC el día.
Por qué fuimos incitados a despreciar a todo aquel que abandonaba el país en los años de crisis rumbo al norte y al cabo de los años arriban como turistas y disfrutan en Cuba de lo que a mi me es negado.
Por qué antes el ateísmo científico, el materialismo histórico y dialéctico aprendidos en del marxismo leninismo, eran el centro de mi filosofía, y me diferenciaban del resto de los creyentes, a los cuales los veíamos con recelo por tener problemas ideológicos, que era como una enfermedad y ahora sin tratamientos han curado de ese mal y son más revolucionaros porque son más religiosos.
Por qué se persiguieron, se condenaron y reprimieron a tantos homosexuales, que fueron a parar a el UMAP y vivir toda una vida marginados, como si con ello se desterrara esa condición humana y genética que habita en los humanos y que cuando aflora tienen que reprimir.
Por qué nadie pregunta qué pasó con Ubre Blanca, y aquellas vaquerías allá en la Victoria en la Isla de Pinos con aire acondicionado, música indirecta, para que las tetas (Valga la redundancia) de ubre blanca se relajaran y el periódico pudiera todos los días sacar un nuevo titular, rompiendo su propio record, hasta que se le secaron las tetas por las succiones de las mangueras provocándole un cáncer y hubo que sacrificarla, por expertos en taxidermia., disecarla, para enseñarla en la Feria del pabellón Cuba, petrificada por el formol, para que la gente viera de cerca ese prodigio de la ganadería, por la cual casi se decreta duelo nacional, hasta que el comején se la comió en un almacén que nadie recuerda. Solo perdura su imagen en mármol, que a golpe de cincel y mandarria logró darle el chino Abelardo, allá en el Taller que paradójicamente se llamó El Rodeo, donde rumia su inmovilidad como un queso blanco con tarros, y en los periódicos Victoria y otros órganos nacionales. Por qué caño se fue el río de leche de los años setenta para tener que comprar a sobreprecio la leche en polvo para el mínimo desayuno de cada día durante tantos años, que parecen interminables, y ya está a un cuc la libra del preciado polvo. Mientras crecen los trastornos digestivos y se diagnostican úlceras, gastritis y males estomacales, por falta del preciado líquido y halla que esperar que el médico dictamine el mal que te aqueja, para que te den una dieta de leche en polvo, y cada mes tengas que desesperar, para que llegue a la bodega con un atraso imprevisible, la leche que te toca. Tengas que recurrir a comprársela al propio bodeguero en bolsa negra, hasta que llegue la que te toca.
Por qué nadie se acuerda del Plan Cordón de la Habana y el café Caturra, que supuestamente iba a resolver el problema del café en Cuba, porque ya habían desaparecido las cafeterías de esquina con el café de tres centavos y luego a cinco que ya era agua tibia lo que vendían… hasta que desaparecieron y surgieron los vendedores clandestino que te asaltan en las terminales y colas con sus termos y tasitas plásticas de dudosa higiene, para endulzarte la espera de las colas con un buche de algo que tiene el color del café, por el módico precio de un peso.
Por qué tuvimos que tomar café mezclado tantos años, cuando ya la hemorragia de chícharos nos había entretenido el hambre de los años setenta.
Por qué ha pesar de ser uno de los mayores productores de Azúcar en años de esplendor teníamos y tenemos el azúcar racionada.
Por qué tengo que tener un permiso de salida para viajar por un tiempo limitado, si no tengo asuntos pendientes con la justicia, pasar por comisiones a todos los niveles que miran y revisan si tengo las condiciones para hacer un viaje al extranjero y dictaminan si puedo o no puedo viajar y si por una de esas casualidades me paso un día después del permiso no puedo regresar.
Por qué si queremos y pregonamos ser una potencia Cultural yo no tenga acceso a Internet y mucho menos a poder comprar una computadora.
Por qué tengo que pedirle a un extranjero que me saque una línea de teléfono celular y yo no la puedo sacar si tengo el dinero y la necesidad del servicio porque en mi barrio no hay pares y cuando aparece el par, llegan los técnicos de etecsa y me dicen la instalación que van a poner no me corresponde, porque viene asignada de arriba a otra persona, que se mudo recientemente y casi no se le ve en el edificio, porque el cargo de gerente no le da tiempo ni de asistir a las reuniones del comité y me dejan fuera, en zona de silencio.
Por qué si todos los meses se publica en Granma el alto nivel de nuestro sistema educacional y la maravillosa preparación de los profesores ahora desde primaria hay que pagar profesores particulares que repasen a los muchachos lo que no aprenden en las aulas. ¿Por què?

La Habana, octubre del 1999

jueves, 13 de noviembre de 2008

MANUEL

Por Agustín D. López Guevara
A quien luego sería el destacado periodista Manuel González Bello lo conocí por los sesenta allá en la primaria de Las Margaritas, escuela y casa a la vez del maestro Amado del Pino. Había llegado de vacaciones desde La Habana a visitar a los tíos, primos y a su hermana Aida (esposa del maestro) y traía ese aire de joven de La Capital (que le había lavado su origen campesino), con los cabellos largos, la camisa ancha y los pantalones de campana. Parecía un cantante extranjero, con su rostro de Jean-Paul Belmondo tropical salpicado por el brillo azul de su chispeante mirada.
No pude sospechar entonces, que me uniría a él una honda amistad de tantos años que lograría saltar las barreras de la distancia, cuando La Habana para mí, era un sueño lejano en el horizonte.
La primera vez que visité su casa de la calle Zapata, frente al Hospital Manuel Piti Fajardo, lo hice en compañía del maestro allá por el sesenta y nueve, en unas vacaciones de verano. Cuatro años después me habanicé. Seguí visitando su casa como un familiar más, porque me atrapó además el afecto de Fortuna (la buena de su madre), de la cual nunca se separó y hube de seguirla y visitarla a las casas de J y 23 y Santa Marta y Belascoaín, cuando la familia se fraccionaba en matrimonios y permutas.
Ya para entonces, en J y 23, mientras terminaba la carrera de Periodismo, lo fui conociendo en la intimidad de los apuros del mediodía, a la hora del almuerzo, y no era extraño verlo acompañado de un amigo que le pegaba la gorra a la noble Fortuna. Allí lo encontré más de una vez con Noel Nicola, Ernán López Nussa, Omar González y otros que, a pesar de su trascendencia, no logré fijar los nombres. Para entonces solía prestarme libros y permitir que hurgara entre ellos. Descubrí sus primeros poemas —que fueron Mención en el concurso 13 de Marzo de la Universidad—, algunos de los que más de una vez recité como si fueran míos:

Mañana, cuando ya no muestres tu rodilla y donde hoy florece una melena, solo me queden solitarios pelos, nos citaremos en una calle cualquiera, o tendremos un encuentro casual: entonces todo será recuerdo, que dos pájaros se propusieron volar juntos, pero cuando no un rayo, una nube se le interponía, que encerrados en un caracol viajamos haciendo el amor por mares confidentes que no exigían firmas, ni sellos oficiales, que una vez nos amamos

De modo que la vida, desde el año setenta y tres me hacia coincidir con Manuel en su casa de J y 23, donde hablábamos de libros y escritores. Allí logré abrirle el hermetismo de su creación. Un buen día me confesó que quería escribir un libro sobre los mártires de Humbolt 7, como homenaje a la osadía y valentía de esos jóvenes. Desanduvo por los barrios y bibliotecas buscando información para su empeño latente, pero siempre aplazado por otras urgencias del oficio.
Ya había sucumbido su amor de juventud a su primera novia y se recuperaba con la llegada de Mireya, los encuentros en Las Cañitas, como con su ubicación en Isla de Pinos en el periódico Victoria, donde volvimos a coincidir en el cumplimiento del Servicio Social. De la isla, me contó la buena impresión causada por Arturo Lince —entonces Primer Secretario del PCC, quien tuvo detractores y seguidores—, al que Manuel supo encontrarle la nobleza campesina, la gran responsabilidad de ese hombre y, aún más, descubrirle, en la intimidad de su despacho, en un burro de madera, la montura de arriero usada en los montes de Oriente, como la confesión de un sueño juvenil: ser piloto, que el traidor de Díaz Lang le quiso mutilar cuando era Capitán del Ejército Rebelde, sueño ya volando en un mayor sueño desde la oficina para la transformación de la Isla de Pinos en Isla de la Juventud.
Nos seguimos viendo en La Habana, después del regreso definitivo, ya como periodista de Bohemia. Lo había invitado a mi boda y, aunque no asistió, me esperó junto a Mireya en el bar Las Cañitas, donde tanto brindamos por las alegrías de la vida, que esa noche de Luna de Miel, dormí en la bañadera de la habitación del piso diecinueve del Habana Libre, con «una nota de altura», según me dijo al despedirse en el elevador.
Cuando nació mi hijo, me esperó en los bajos del Hospital Clodomira Acosta, a que yo mirara a Edgar a través del cristal, y me invitó para celebrar tal acontecimiento, en el bar de 12 y 23 con unos tragos de leyenda gracias al ron Legendario, con el compromiso de acompañarlo cuando naciera el suyo (que no sería varón), y a cuyo brindis no pude ir.
Me contagió con su entusiasmo el día que fue al Habana Libre a entrevistar a García Márquez. Lo esperé ansioso en el bar de Siete Mares durante dos horas que me parecieron dos meses y, cuál no sería su expresión, cuando oprimió el play de la Sony y la dichosa grabadora no registró la voz pausada y sonora de El Gabo, que hube de escuchar muchos años después cuando conocí al gran narrador de Cien años de soledad, en compañía de Santiago Álvarez.
No puedo describir su impotencia por estos sustos del oficio. Pero finalmente más pudo su obstinación tenaz y, con la grabadora de su memoria, fue capaz de reconstruirla y apareció publicada en Bohemia, sin sospechar los lectores el riesgo del suceso, ni mucho menos García Márquez.
Por esa época había escrito la novela Más allá del polvo, donde la lucha generacional se debatía con la inclemencia del polvo en Moa (un personaje más en el entramado de la narración). Me pidió que se la diera a Onelio Jorge —con quien me unía una gran amistad— para escuchar el criterio del Viejo Maestro, pero con el estreno del filme Polvo rojo, desistió del empeño y rompió la novela. Manuel era así.
Su hija Milena le ató su cariño paterno desde su nacimiento, y supo tenerla presente en todo momento, al punto que en su primer viaje a los países del sur —ya periodista de Juventud Rebelde—, le habla a la hija, en la hermosa crónica Carta a Milena, de la cruel realidad que viven los niños de la calle y la suerte de los que nacen en Cuba como ella, con su limpia prosa sin teque, con la que tocaba las más sensibles fibras humanas.
Por esa época, junto a su colega Emilio Surí, recorre el Cono Sur y deja las impresiones del viaje en muy buenos reportajes, como el que escribiera sobre Los Marielitos que fueron a parar al Perú (donde estuvieron años viviendo en carpas en un parque de Lima, esperando las visas que nunca llegaron para entrar a los Estados Unidos), o el realizado sobre El Paso, en México, que con tanta veracidad revelaba las crueldades que aún soportan los inmigrantes, a riesgo de sus vidas, para cruzar la frontera.
Con Ivett le habían nacido no sólo Odette y Osmel, pues otras nuevas ocupaciones y preocupaciones llegarían: su «Polaquito blanco», que lo dejaba botado en cualquier esquina de La Habana o Santiago de La Vegas, el compromiso semanal con sus Crónicas del Sábado en el periódico, la separación de Ivett y la última permuta para Centro Habana, la muerte y el entierro de Fortuna, su querida mamá, que lo dejó en el más completo desamparo. A pesar del apoyo de sus más cercanos del periódico y la esmerada atención de sus hermanas , la sobrina Hildita y Darío, que no pudieron suplantar la falta de su madre, la brújula de su vida. Al perderla, quedó desorientado, y no era extraño encontrarlo buscando una media perdida porque se había puesto dos en un pie, mientras velaba la olla para que no se le quemara el arroz, en su afán por concluir el calendario de entrevistas para terminar su libro El Canciller de la dignidad y la posibilidad de realizar juntos una visita a Tamarindo y desandar Las Margaritas y El Cafetal a resucitar muertos con los recuerdos y cuentos del olvido, que por fin quedaría postergada para «el próximo año». Mientras, me brindaba el café que debía hacer yo.
Su libro y otros proyectos se detuvieron por la fractura de un pie causada por un torpe tropiezo con un hueco de la acera, cuando salía del periódico, bajo la lluvia, lo que describió en una Crónica del Sábado aún convaleciente, con un desgarramiento contra la indolencia y el abandono de las calles y aceras de la ciudad. No le faltó la ayuda de Adolfito, Pepe Alejandro, Mayito, Yoel y tan buenos amigos que nos turnamos para cuidarlo, llevarle de comer y fumar y aliviar a Hildita, Darío y a sus hermanas, mientras convalecía en el Hospital Fructuoso Rodríguez, donde fue operado, hasta que salió para casa de Hildita, a restablecerse y dejar las muletas que le prestó Moraima, mi mujer.
Así, pudo seguir desandando las calles Zaldo y Manglar al salir de los cierres del periódico y llegar a mi casa con dos tragos de menos, evocando a Joaquín Sabina, siempre tarde en la noche, cuando nos reíamos de los mismos cuentos y de alguna Manolada que terminaba cuando le preguntaba qué estaba haciendo y me respondía: «El ridículo.» Nos reíamos y sin muchos ruegos comía, luego se tomaba el café con espuma y seguía hasta su casa, más allá del Pontón, dejando el cenicero repleto de colillas.
En Juventud Rebelde se ganó el respeto y el afecto de los nuevos, admiradores del periodista de visión y agudeza que siempre fue, el merecedor del importante Premio Juan Gualberto Gómez, protagonista en la Higuera del desenterramiento del Ché y sus compañeros, cuyos hechos vi en las fotos que me mostró en primicia con el temblor del cigarro entres sus dedos. Cronista de su tiempo que recibía, en el más anónimo silencio, los elogios de los lectores, sin obviar, desde el desvelo y el sacrificio, la puntual atención a sus hijos, desafiando los fines de semana el safari nada hemingwayano de montar un camello hasta Santiago de las Vegas, para disfrutar la alegría de los hijos en los años crudos del Período Especial, cuando su aún más minúsculo y maltrecho Polaquito hecho pedazos, ya pura herrumbre, cabía en la mínima sala de su apartamento en Santa Marta, y la bicicleta sin gomas también se oxidaba en un rincón.
Contra todas las adversidades, como las goteras en su casa, se sobreponía en la computadora regalada por Ernán hasta que terminó su libro El Canciller de la Dignidad. Así escribía sus programas para Radio Habana Cuba, las Crónicas del Sábado, el cuento El perro y una novela que dejara inconclusa en el disco duro, con el sugerente titulo del Swing y el libro de Crónica Los niños de la calle, aún sin publicar. Antes que la muerte lo venciera, pidió pase en el Hospital Hermanos Ameijeiras para asistir a la boda de Milena, justo el día que yo debía acompañarlo en su cama de enfermo, lo que me hizo sospechar que nunca se iba a morir.
La dimensión humana de Manuel la vi multiplicada en las muestras de afecto y dedicación de toda su familia, su última pareja, María Lucía; Pepe Alejandro, Ernán, Noel, Adolfito, Heriberto, Arleen, Polanco y el resto de sus amigos y ex amantes que no logro mencionar, y que colmaron la funeraria y el cementerio. Las palabras escritas por Heriberto y Pepe Alejandro, leídas por Arleen aquella mañana primero junio, nos hacían creer que era una broma su muerte, por reunir a tantos amigos que todavía lo añoramos, que siempre lo recordaremos diciéndonos, así como si nada, cuando le preguntábamos qué estaba haciendo: «El ridículo».

"Todo es música y razón"

Agustín Dimas López Guevara (Ciego de Ávila 25-3-53) Poeta y Narrador Graduado de la Escuela Nacional de Instructores de Arte en la especialidad de Artes Dramáticas. Fundador del Teatro “Pinos Nuevos” en la Isla de la Juventud. Cursó adiestramiento cultural en el Instituto de Artes de Moscú. Estrenó en 1984 su obra El grito en el cielo, y fue presentada en todas las provincias del país. Miembro de la Unión de
Escritores y Artistas de Cuba. Ha obtenido premios Mangle Rojo en los géneros de Cuento y Teatro, así como menciones Nacionales en los Encuentros de Talleres Literarios. Cuentos suyos han sido publicados en la Revista Signos. Tiene en proceso editorial el libro Décimas por decir. Se desempeña como Productor de espectáculos musicales en la Agencia Artística Clave Cubana. Ha realizado giras Artísticas por Nicaragua, Italia, Francia, España, Japón, Emiratos Árabes Unidos, Mónaco. Ostenta la Distinción Majadahonda concedida por la Presidencia de La UNEAC, y la Medalla Raúl Gómez García del Sindicato Nacional de la Cultura.








“La música es más bella que la poesía porque las notas son menos limitadas que las rimas., la nota tiene el sonido, y el eco grave, y el eco lánguido con que se pierde en el espacio., el verso es uno, es seco, es solo: alma comprimida, forma implacable, ritmo tenacísimo…”

José Martí





DESDE LO CUBANO
Todo es música y razón en esta Cuba sonera, nos dice Agustín López desde el verso martiano con que titula su valioso decimario, síntesis de dos rasgos esenciales de la cubanidad: la décima espinela y «el arte de bien combinar los sonidos».
Sí, a la Isla, que ha recorrido el mundo, desde la segunda mitad del siglo XIX, gracias a su creación musical toda —con su riqueza variopinta en un pentagrama inigualable no sólo en la región—, esa amplia porción de humanidad le ha otorgado un bien ganado lugar por ello mismo.
Una constelación de compositores y vocalistas de diversos géneros y generaciones han diseminado, de entonces acá, el aire cantabile e instrumental con que han llenado y llenan conciertos y descargas, bailes y fiestas multitudinarias en teatros y plazas, salas y estadios de cientos de ciudades y pueblos.
Con décimas que bebieron ya en la cuna la savia más pura del repentismo (de donde le viene la ascendencia hispana, tan fuerte en su Ciego de Ávila natal, combinada con el influjo africano, no menos definitorio en su zona), el poeta homenajea, con la estrofa del pueblo cubano y en un delicioso despliegue imaginero, a diversas figuras de ese acontecer, acaso como recordándonos nombres imprescindibles (Benny Moré, Joseíto Fernández y tantos otros) que, músicos populares de genio impar, también improvisaban, en una suerte de toma y daca inigualable, fusionando de tal manera las dos ricas vertientes que ofrecen, desde lo cubano, una envidiable profusión de talentos.
Este decimario llega, con su frescura y su gracia, otorgadas por su talentoso autor (quien, conocedor a fondo del tema, se desempeña como productor musical desde muchos años atrás), para sedimentar aún más esas dos ricas aristas de nuestra cultura: la décima y la música. Por ello, y por su calidad, le auguro un éxito sin precedentes en la poesía cubana contemporánea.





WALDO GONZÁLEZ LÓPEZ
Ciudad, 14 de junio del 2006.










Dedicatoria:

A mis padres, porque son
la suerte de mi existencia.
A Moraima, mi concienc
A Edgar, mi corazón.









Georgia (La Anacaona)

De qué modo puedo darte
gracias en verso rimado
por el placer que has brindado
con tu elegancia y tu arte.
Vas entregando tu parte,
por rescatar la memoria
de Anacaona, una Gloria:
musical renovación
compases del corazón
la hacen latir en su historia.




Simonet

De Camagüey salió un día
para instalarse en La Habana:
atrás quedó la sabana
de su lisa geografía,
pero trajo la armonía
oculta dentro del piano
y al roce de cada mano
el diapasón vibra y crece,
porque el bailador merece
el sabor de lo cubano.




II

Así de simple y de llano,
sin grandes complicaciones,
va creando las canciones
mientras acaricia el piano.
Y como buen artesano,
arregla cada instrumento
y luego le ofrece al viento
sello en musical derroche,
para que baile la noche
con ritmo en su movimiento.






David

La Ritmo, que fue tu escuela,
para estrenar tu Violín,
fue el principio y nunca el fin
para el músico que vuela.
Despegaste de tu suela,
como una levitación:
La Timba se hizo canción,
desenfado Charanguero
espectáculo cimero
de musical creación.








El Tosco

Señor José Luís Cortés,
conocido por El Tosco,
hablo de él porque conozco
el gran músico que es.
Su pluma marca un después,
cuando irrumpe con su Banda:
arregla, compone y anda,
con la síncopa encendida,
dándole canto a la vida,
con NG, la que manda.



II
El pentagrama se agranda
cuando en la flauta improvisa
y va imponiendo en la prisa
sus notas en cada tanda.
Hace silencio su banda
para que su genio fluya,
llega el sonido que arrulla,
en la armonía se adentra:
donde la musa lo encuentra
con esa pasión tan suya.








Juan Formell

Para hablar de Juan Formell
te presento a Los Van Van,
donde sus notas están
sonando siempre con él.
Con ese sonido fiel
de trombones y violines,
y en atinados afines
suena la Cabeza mala,
como un disparo, una bala
hasta que el baile termines.



II

Y si alguno lo define
con una expresión sencilla,
puede encontrar la semilla
con música que germine.
Más cuando el siglo termine
su música sigue el viaje,
porque no habrá quien ataje
del pueblo su inspiración,
su motivo, su canción
el medidor de voltaje.







Pedro Izquierdo (Pello)
Pello con el Afrokán
sacó el tambor de paseo,
mostrándolo en el Liceo
a donde los grandes van.
Pello, como Gran Sultán,
hizo con cueros un dique
y a ritmo de Mozambique,
con las mulatas del coro,
alcanzó el brillo del oro
entre trombón y repique.


Lázaro Ross

Lázaro, tu voz divina,
inspiración de los santos
que llevó el rito en sus cantos
y su canto no termina.
Porque surgió de genuina
dote de Rumba y solar,
con Yemayá desde el mar
dándole notas de cobo,
mientras del monte de jobo
Changó lo invitó a cantar.





II

Así recorrió el altar
del templo de los Yoruba,
para que el muerto le suba
en lengua por descifrar
una canción para amar
con frases en Lucumí.
Mientras Lázaro está ahí
en el toque hecho jolgorio
cantando su repertorio
para complacerte a ti.


Adalberto(El Caballero del Son)

Adalberto, en su misión,
fundó un día allá en Santiago
a Son 14, fue un mago
en musical creación.
De modo que le dio al Son,
lo que el son necesitaba,
Enramada lo miraba
irse hasta Bayamo en coche
y no durmió más la noche:
la noche con él cantaba.


II

Nuevamente otra escalada,
en La Habana donde antes
iluminó con brillantes
maestros su musa alada.
Ya El Son de la madrugada
desvelaba a bailadores.
Soneros y trovadores,
lo nombraron con razón:
El Caballero del Son,
un título a sus valores.



Silvio

Vino desde San Antonio
cuando la Era entró en parto
pero trajo de su cuarto
la guitarra en matrimonio.
Dio al ICAIC su testimonio
con la experimentación
y se aferró a su razón
para desatar amarra,
afinando la guitarra
con fibras del corazón.



II

Pero Silvio en su tesón
soltó sus versos punzantes
para curar sin calmantes
el desangrado corazón.
Cantó con Van Van el son,
elevó su obra hasta el cielo,
despojó del rostro el velo
de la trova adormecida,
y su guitarra encendida
siguió cantando su anhelo.



Celeste (Para Alejandro Ronda)

Celeste Mendoza fue,
no porque lo diga yo,
La Reina del Guaguancó
así con todo su aché.
La dueña del cabaré,
cuando a la pista salía,
le brotaba Cubanía
con desenfado de Rumba,
mandaba a callar la tumba
y la tumba obedecía.



II
Qué magia la poseía
cuando al canto se entregaba,
la saya larga se alzaba,
y con sana picardía
marcaba el compás, ponía
ese acento de rumbera,
y la rumba entonces era
Celeste con un turbante,
irónica, desafiante,
como si el santo le diera.



Frank Emilio

Frank Emilio, ¡qué emoción.!
Lo conocí en el noventa
y su encuentro me alimenta
la bondad del corazón.
El músico sin visión
supo ver en la armonía,
que su piano le ofrecía,
no pudo dejarlo atrás
y sacó notas de Jazz
con Latina cubania




II

Cuando la musicología
investigue bien su obra
tendrá material de sobra,
para hacer su biografía.
Con esta décima mía,
evoco su afecto humano,
con su pianísima mano,
ofreciendo la amistad.
Y la muerte, con impiedad
quiso alejarlo del piano.



Enrique Jorrín.

En este eterno trajín
del músico por crear,
el Cha, Cha, Cha echó a andar
con el sello de Jorrín.
El bailador tuvo al fin,
el paso que competía,
por el ritmo que ponía
el zapato en el salón:
marcando sin variación
el Cha Cha Cha como guía.


II

El género se imponía
como se impuso el Danzón.,
así Lay con La Aragón
también lo cultivaría,
porque Egües ya quería
estrenar El Bodeguero.
Aunque Jorrín fue el primero
La Aragón no quedó atrás
y su baile (Chas, Chas, Chas)
hoy recorre el mundo entero.


Embale

Carlos Embale tenía
el sello del Gran Sonero
como Cuní, verdadero
de gracia y de simpatía.
Desde Piñeiro traía
el tono justo del son,
salpicado por el ron,
para la voz redimirse
y junto con el canto irse
a mostrar su afinación.


II

Nos queda la grabación
del repertorio de ayer:
para aquel, que quiera ser,
sonero de corazón,
tiene que aprender del Son
que Embale en su canto deja,
porque el tiempo nunca ceja,
se empeña en borrar su paso,
pero no podrá el ocaso
borrar su voz, nunca vieja.



Carlos Alfonso (Ancestros)
(Para mi hermano, Jorge Arranz)

Carlos Alfonso sazona
el Rock con puro folclor
dándole un toque mayor
al batá que se emociona
y cuando su voz entona
evocando a un bravo Oricha
el bajo se le encapricha
con un grave para Oyá
entra Ele, y Yemayá
empieza a cantar de dicha.



Chucho

Chucho Valdés, maestría
que implantó con Irakere:
la música que no muere
por su premiada valía.
El registro de armonía,
que Chucho busca en el piano,
le va llenando la mano
de acordes por descifrar,
pone a la gente a soñar
con lo divino y lo humano.



II

El músico soberano,
es de todos desde Cuba,
sin que la fama le suba
como el humo del habano.
Crea como un gran decano,
con un cuarteto rotundo:
un sonido que profundo,
va al infinito del alma,
como sembrando una palma
de música para el mundo.




Migdalia

La Migdalia Hechavarría
canta con estilo y arte,
entregando en cada parte
su voz a la melodía.
Esta cantante que un día,
Santiago la vio nacer,
sin duda ha llegado a ser,
una estrella con su canto
y en el altar de su Santo
la gloria la va a poner.

II

Porque ella ha sabido ser
Reina del Son y el Bolero,
que con pasión y el esmero
se entrega a más no poder.
Si le canta a la mujer,
le saca el alma a pasear,
para que pueda bailar,
guaracha, bolero y sones:
Por esas y otras razones,
habrá que hacerle un altar.





Revé

Elio Revé en el Timbal,
las baquetas en la mano,
iba al proscenio liviano
a saludar muy puntual.
Terminado ese ritual
arrancaba el Charangón,
como bala de cañón
sonaba la Orquesta entera,
para que Revé sintiera
estallar el corazón.

II

Iba del Changüí hasta el Son,
con un sello que perdura,
porque cada partitura
se la dictó el corazón.
Su orquesta fue ese fogón,
encendido con su llama,
y prestó su pentagrama
a tantos músicos nuestros,
que llegaron a Maestros,
hasta premiarlos la fama.





Pacho Alonso

Pacho con Los Modernistas,
se lanzó al mundo del canto
y despegó tanto, tanto,
que conquistó nuevas pistas.
Fue noticia en las revistas,
la radio y televisión,
toda una revelación
cantando con Los Bocucos,
luego fueron Los Pachuchos
en la cima de El Pilón.


II

El bolero, su pasión,
para elevarse hasta el cielo:
con Niebla del riachuelo
hizo hablar al corazón.
Pacho sigue en la emoción
multiplicada en Pachito,
que está conservando el mito
vivo, de su padre artista
su orquesta le abre optimista
las puertas para ese rito.




Polo

Como Guajiro, Cantante,
llegó Polo Montañés,
para alumbrarnos tal vez
como estrella rutilante.
La muerte, en su desafiante
empeño por mutilar,
jamás podrá silenciar
al cantante sin escuela.,
porque su canto ya vuela
desde la sierra hasta el mar.


II
De modo que supo dar,
ternura con sencillez,
porque cada canción es
la luz para vislumbrar
las lágrimas sin llorar,
del músico sin atril
que pintó el cielo de añil,
y bajó un montón de estrellas,
para cubrirse con ellas
en las puertas del dos mil.







Ignacio Villa (Bola de Nieve)
Para Waldo González López.

¿Pasión, fue Bola de Nieve?
¿En el teclado un poeta?
Su voz grave, voz inquieta
que en el recuerdo me llueve.
Como un delirio se mueve
al piano blanco sentado,
misterio que se ha quedado
intacto en el Monseñor:
evocación al amor
del eterno apasionado.


Pablo

La trova contigo halló,
un cauce, en nuevo torrente:
con tu verbo diferente
la canción se enalteció.
Tu voz la multiplicó,
con ese acento que anda,
recordándome a Yolanda
para evocar la ternura,
donde el amor siempre dura,
con esa ternura blanda.




II

Y cuando el alma se expanda
al horizonte infinito,
en el cielo se hará un rito
para llorar por Yolanda.
Como tu talento manda
a que cante tus canciones,
sigue dándome ilusiones ,
para llegar a tu altura,
suéltame cada atadura
para oír Proposiciones.




Matamoros

Es el Trío Matamoros
con Cueto, Miguel y Ciro,
el pentagrama que miro
por los tres lados sonoros.
Miguel nos dejó tesoros
de poéticas creaciones,
guarachas, boleros, sones,
y paradoja que alegra
como una lágrima negra
goteando en los corazones.


II

Multiplicar sus canciones
no ha sido un intento vano
para cantar por el llano,
la loma, por los salones:
tomar en el bar tres rones,
cual bebedor elegante,
brindar por cada integrante
del trío de Matamoros,
todos en el bar a coros:
¿de dónde son los Cantantes?




Benny

Cuentan que allá por Cienfuegos,
en el poblado de Lajas,
hizo música en las cajas
de sus guitarras de fuegos.
Ese prodigio sin egos
se llamó Benny Moré.
De su pueblo salió a pie,
con un pentagrama ausente
y guitarra solamente,
cuando era Bartolomé.



II

Al paso del tiempo sé
que es un acervo su obra
donde cada nota cobra
melodía que escuché.
Con sus boleros lloré,
casi con el alma herida
por la ausencia, la partida
de aquel amor juvenil
que sigue vivo y sutil
al escucharte en ¡ Oh vida!.



III
Así de simple paisano
creció su genio a la gloria
y en la rueda de la historia,
con su batuta en la mano,
como un símbolo cubano
se hizo eterno surtidor.
Porque música y sabor
nos legó el Benny More,
este Lajero que fue
nuestro Sonero, el Mejor.





Compay Segundo

Don Francisco Repilado,
conocido por Compay,
puso el nombre donde hay
un requinto que ha inventado.
Compositor atinado,
de tradición trovadora:
amaneció con la aurora
musical de su terruño,
y pulseando con el puño
su música dio la hora.


II

Sin demora va su tren
de Alto Songo a Mayarí,
no termina el viaje ahí
dice adiós desde otro anden,
casi llegando a los cien.
Hizo su viaje de ida,
travesura en su partida
del bardo con su requinto
y de añoranzas lo pinto
inmortal en su otra vida.



Rita Montaner

En el recuerdo de ayer,
a la Diva doy la cita
para que aparezca Rita,
Doña Rita Montaner.
Talento que vino a ser
La Única por su estilo,
con un ingenio de filo,
para el canto y la actuación,
mulata de corazón
con ese rostro del Nilo.



II
Tranquilo quiero escuchar
cuando canta Mama Inés,
porque se me van los pies
y el alma quiere bailar.
Ahora no puedo parar,
la escucho en El manisero,
me erizo de cuerpo entero
cuando la miro en el cine:
aplaudo su justo afine
bajo la luz de un lucero.



César

César Portillo, tu Luz,
te acompaña el apellido,
pero más luz has tenido
que el resplandor de una cruz.
Como un proverbio andaluz,
que se me perdió en la infancia,
quisiera encontrar con ansia
dónde está tu amada fiel
¿en esa luna de miel
contigo allá en la Distancia?


II
Ya sé que se escucha en Francia,
New York, Berlin y Hong Kong,
porque el Filing es canción,
vestida con tu elegancia:
si llegaste a esa Distancia,
¿dónde no podrás llegar?
Si aparece otro lugar,
lejos, en otro planeta,
te conviertes en cometa
con tus luz para alumbrar.










José Antonio Méndez (El King)

Cada día en cualquier banco,
del campo o de la ciudad,
tu novia, toda ansiedad
estrenará su amor franco.
Mientras, en El Pico Blanco,
tu voz ronca y tu guitarra,
en cada noche de farra,
no es una ausencia sin fondo:
como llegaste tan hondo,
sigues cantando en su barra.


Corona

Hoy amanecí contento
pensando en Manuel Corona,
porque su canto sazona
melodía y sentimiento.
Mira que ha soplado el viento
y Longina sigue igual,
Corona la hizo inmortal,
tan argentada, tan suave
que dentro del pecho cave
para curarme del mal.







A Sindo(Parábola con La Bayamesa)

Sindo con La Bayamesa,
hizo un himno su canción,
porque le dio al corazón
de la mujer entereza.
Con entrañable belleza
la colocó en un altar,
como una concha de mar
que dentro guarda la perla
supo nombrarla y ponerla
en el combate a brillar.


II
Cuánta virtud supo ver
oculta en el pecho de ella,
con ese brillo de estrella,
que sale al anochecer.
Paradigma viene a ser
La Bayamesa por tanto,
que se desprendió del manto,
tal doncella adormecida
para pelear por la vida
si agreden su suelo santo.





Omara

La Diva Omara Portuondo,
que más que Diva es Divina,
porque cuando canta afina
su voz adentro, en lo hondo.
Ella que surgió del fondo
de aquel cuarteto vocal,
salió a la pista triunfal
impulsada por su estilo,
y el público quedó en vilo
con la miel de su panal.


II

Llega Omara y se revela
imborrable en la canción,
con esa sutil pasión,
amorosa sigue en vela.
Aunque el corazón te duela,
pide el público que sigas,
y en catarsis que le digas
esa canción hecha llanto
para darle vidas en canto
nostálgico con Amigas.








Miguelito Valdés

Con Miguelito Valdés
cantando con el Casino,
el folclor hizo camino
con el Babalú Ayé .
Interpretación que fue,
heredada de su santo,
y cuando puso en su canto
la dejó en el más allá:
como el Bruca Maniguá
que el bailador bailó tanto.


Décima con Sentimiento (Para Elena)

Elena Burke se fue,
salió volando de El Gato,
para descender al rato
como aroma de café.
En el Bolero se ve
ahuyentando el sufrimiento,
en las ráfagas del viento,
llega al ambiente sonoro:
es el resplandor del oro
La Señora Sentimiento.





II

Respira, toma el aliento
canta su voz afinada,
y hace parada o sentada
su entrega, su acercamiento:
¿espejismo,? ¿encantamiento?
¿Qué sentir nos deja Elena?,
¿el sentimiento, la pena?
Esta ausencia sin permiso,
concierto en el paraíso
a donde llegas por buena.



Celina y Reutilio

Por un trillo de la loma,
vienen Celina y Reutilio,
con las tonadas de auxilio,
del canto, con otro aroma.
El punto cubano asoma:
Changó bailando con tres,
fusión criolla que es
la mezcla del gran ajiaco:
todos en el mismo saco,
con otro ritmo en los pies.


II

Así conquistó después
con sus cantos otras tierras,
Colombia, valles y sierras
la casaron con el tres.
Hace ancha la estrechez,
cuando a la virgen le canta:
Santa Bárbara levanta
la espada que es de Changó
y el tres le pide al bongó
que acompañe su garganta.


Para Los Vitier

Van Sergio y José María
con sus guitarras y pianos,
componiendo a las dos manos,
cada cual su melodía.
Cuando unen su armonía,
el genio sube con ellos
y en ese mar de resuellos,
pleno de acordes sonando,
van los orichas dejando
clásicamente destellos.




II

¿Qué magia, qué fiesta es ésa?
Tanta gracia en el convite,
partituras de una suite,
en fuga por la sorpresa.
Todo cabe en una pieza,
lo culto, lo popular
cada uno sabe armar
ese universo sonro,
buena música que añoro
para escuchar y soñar.


Rosita

Doña Rosita Fornés,
te quiero rebautizar.,
para poderte nombrar:
tu nombre vedette no es.
Tú, la gracia hoy, después
y tu brillo en las zarzuelas,
simpatía que revelas
en teatro, T.V y cine
y si un verbo te define,
con el verso vas y vuelas.





II

Tú, que abriste una escuela
con el canto, la actuación
y el baile, digo pasión:
todo unido por tu estela.
Tengo los ojos en vela
hace tiempo para ver
qué otra artista pueda hacer
lo que tú has hecho, Rosita:
esencia, fuente infinita,
del arte para aprender.



El Guayabero (Faustino Oramas)

Tienes la gracia , Faustino,
del doble sentido a tono:
cuando te escucho, razono
por los senderos del tino.
Trovador en el camino,
haciendo cantos de prisa,
con esa llama que atiza,
haces más grata esta escala,
antes que llegue la pala
con tierra a cubrir la risa.




II

El humor es tu divisa:
la guaracha has sazonado,
para llevar al mercado
más grande de la sonrisa.
Aire puro de esa brisa,
que tal vez Ñico Saquito
te enseñó bien pequeñito
en La loma de la Cruz,
para prestarte su luz,
y hacer con la risa un rito.


Pancho Amat

Pancho Amat, con Mangüaré
usó el cuatro y el charango,
en la cueca , el huapango,
pero con el son, el tres.
Cuando de Güira se fue,
punteando con la pajuela,
anduvo buscando escuela
en las seis cuerdas de Arsenio,
y llegó al nuevo Milenio
montado en un tres que vuela.




II

Me exprimo en esta espinela
al máximo la memoria
por Isaac Oviedo, gloria
de profesor sin escuela.
Que no se apague la vela,
Niño Rivera, ese altar,
seis cuerdas para afinar
con la mano en la clavija
el tono justo que fija
el tres listo y a sonar.


Barbarito Diez (Homenaje al Danzón)

Creó un estilo, tal vez
¿contradictorio?¿inquietante?
Academia de cantante,
firme sin mover los pies,
deja Barbarito Diez,
su voz de cristal, pulida.
Ébano negro, estampida,
de luto deja el salón,
porque la voz del danzón
le dijo adiós a la vida.


II

Supo alcanzar la excelencia
Miguel Faílde, con soltura
Simpsom, brilló en sus alturas
con melodiosa cadencia,
el ritmo que es toda herencia
va Rompiendo la rutina.
Con la Emperatriz Paulina
tuvo corona el Danzón.,
Romeu, tecla y pasión,
con su piano lo ilumina.

III
Irrumpe el danzón camina,
el baile se hace elegancia,
¿llega Una rosa de Francia?
¿ o acaso La Macorina?.
La creación no termina:
Urfé me le pide a Dios,
a Fefita (¿a los dos?)
cantar no resulta extraño
¡qué Maravilla, ese Arcaño
con su flauta hace la voz!



IV

Sigue el Danzón dando fuete,
desde musical matriz
se anima La Emperatriz
a cantar el danzonete
Se adueña sin colorete
del baile en cada salón
y toma tal dimensión
el nuevo ritmo al final,
que en el Baile Nacional
se convirtió mi Danzón.



Leo

Al brazo de su guitarra,
ya no le alcanzan los trastes,
¡Que dulzura en los empastes
de notas que desamarra!
El pentagrama, su barra,
donde prepara el coctel
musical, que va con él,
mezcla de acordes sonoros,
pedestal de los azoros
atrapados en papel.




II

La batuta, que es el fiel,
código puesto en tu mano,
vibrando a la par del piano,
se mueve como un corcel.
La orquesta, su carrusel,
de estreno en la sinfonía,
se eleva Leo a la vía
estelar, a lo infinito…
silencio, después el grito,
aplauso de la alegría.



Lilí Martinez

Marcó Lilí con la mano,
un pentagrama armonioso,
notas sacadas del pozo
musical, desde su piano.
Tumbao que mueve liviano,
invenciones de su estilo:
lima para sacar filo
y enriquecer la armonía,
Lilí marcando la guía
de donde sale ese hilo.



Rubén

Rubén González, estilo
de la flor del Mambo Infierno,
del teclado roce tierno
con sus dedos sacó filo.
No puede quedar tranquilo,
porque su piano lo inquieta,
se casa con la banqueta.,
se va al cielo con el piano,
Buena Vista, sin su mano
le dice adiós a un cometa.


Zenaida Romeu

Viene la Zenaida Castro
de una casta musical,
abeja del colmenal
que trae en su miel el rastro.
La Camerata: su astro,
donde ha puesto tanto empeño,
para hacer despierta un sueño,
escapado del papel,
para que sueñen con él,
libre, sin doma ni dueño.



Joseíto Fernández

Quise un homenaje hacerle
al Rey de la Melodía,
pero al ver que no podía
con ese homenaje verle,
decidí el verso tejerle,
casi con el alma afuera
para encontrar la manera,
de abrir su puerta sin llave,
ese misterio, esa clave:
guajira y Guantanamera.



Teresita Fernández

Cuando le cantas tus cuentos,
sacas la infancia a jugar
con un barquito en el mar,
soplado por cuatro vientos.
Monja en fuga de conventos,
con guitarra y poesía,
juglar de la fantasía,
mira todo lo que has hecho:
este palacio sin techo
para soñar por el día.






II

El Parque Lenin crecía
con tus canciones , soñando.
Ibas el verbo estrenando
con breve filosofía…
El poncho que te cubría,
lo sigo viendo en la Peña
donde todavía te sueña
el niño que sigo siendo.
De esa brasa voy saliendo,
como carbón de la leña


Ángel Díaz

Por el Callejón de usted
verá un Ángel sin angustia
que tiene su Rosa mustia
en un búcaro con sed.
¿Es su novia en la pared.?
soñando abrir el pestillo
cuando aparezca Portillo,
preguntando por el King,
para subirse hasta el ring,
del Filing, los tres con brillo.



Sara

Cabe preguntarle a Sara,
¿si la Victoria es un canto,
o es otro modo de llanto
donde el dolor no repara.?
De qué modo ella se ampara,
con el arte y la razón,
Preludio, digo Girón,
esta herida sin sutura
porque ni el tiempo le cura
las iras al corazón.


Noel (A la memoria de Manuel González Bello)

La perdonaste, Nicola,
pero a ti no te perdono,
esa fuga, este abandono…
¿Cómo me dejaste sola?
Soy tu guitarra, esta ola
hecha espumas en tus playas,
y donde quiera que vayas
mi voz de frágil madera,
encontrará la manera
de llorarte si te callas.





X Alfonso

Resultado de un despeje,
se desprende de su Clon
¿llega su Civilización?
Qué música Equis teje,
para que el barrio no deje
de cantar como le canta
a otra diosa, otra Santa
que un niño lleva por dentro,
Síntesis sale a su encuentro
y el niño se le agiganta.


Amaury (Décima con asonancias)

Si el calendario tuviera
solo un mes, prefiero abril,
para Amaury, en su febril
ansia de atrapar quimera,
tenga siempre primavera,
donde alimentar la vena:
amor roto, Magdalena,
abril que motivos deja,
suspiro, lamento, queja
donde su guitarra suena.


Carlos Puebla

Carlos Puebla, tradición,
compositor de la urgencia,
puebla con la inteligencia,
el timbre suyo en el son.
Canto de aliento, la acción
patriótica que dispara
su canción al Che Guevara,
despedida que es regreso:
la voz dulce de su beso
sembrándolo en Santa Clara.


Cuní

Cierro los ojos si quiero
para verte en mi conciencia
cuando cantas Convergencia
o cantas El carbonero.
Canta, Cuní, que yo espero
el solo de Chappotín,
nota que sube al festín
sin la mano en la sordina,
Chappotín, Cuní, divina
unión musical sin fin.




Arístides Soto (Tata Güines)

Tata Güines con sus manos
le puso nombre a la tumba,
porque su marcha se enrumba
con ritmos afrocubanos.
Llegan sonidos lejanos
que evocan a Chano Pozo,
el Tata sin alborozo
le saca el alma a los cueros
evocando a los rumberos:
Fifti, Fifti está de gozo.



Barreto

El gran Guillermo Barreto,
maestro en la percusión,
compás en el corazón,
hizo del ritmo su reto.
Así se ganó el respeto
de músicos y cantantes:
por sus conceptos brillantes,
del uso de las baquetas
le puso a estudiantes metas
con sus pailas inquietantes.







Merceditas ( Para Miguel Barnet)

Quién dijo pequeña Aché
para nombrar tu estatura,
te levantó la escultura
musical de tu bembé.
Tú, granito de café,
desafiante del espanto,
te elevaste tanto, tanto,
que con tres, dulce y divino
quiere escucharte Quirino
llamándolo con tu canto.


Joseíto González

Rumbavana, no eran vanas
las alturas de su sello:
tu piano le dio el destello
para iluminar a Planas
que cantaba con las ganas
del sonero, amigo fiel.
Cuerdas de acero y de miel
fundidas con la armonía
de esa orquesta que tenía
contigo su timonel.





Muñequitos de Matanzas(A la memoria de Virulilla y Saldiguera)

Qué lenguaje el de los cueros,
qué misteriosa semilla,
hizo crecer Jiribilla
al alma de los Rumberos.
Gorras blancas de sombreros,
con zapatos de dos tonos
y pantalones de conos,
de bombacho, blanco dril,
dándole el toque viril
a los rumberos de tronos.

II

Matanzas, tierra de abonos
para rumberos fecundos,
ancestros, crisol de mundos,
de tambores y de tonos
sonidos que tienen cronos
de africana cubanía
y la genial maestría
de sus toques con los cantos,
hacen bailar a sus santos
la rumba de la alegría.







Armando Romeu

Hizo escuela en Tropicana
como Director de Orquesta,
cada noche era una fiesta
de la música cubana.
El éxito no lo ufana
porque sencillo era Armando,
que pasó el tiempo buscando
notas ocultas del jazz,
para hallar por fin la paz
con una orquesta sonando.



II

Armando Romeu, alcanza
con su música el stand,
maestro de la Jazz Band
donde su pluma se afianza.
los metales, esa alianza
para sus notas inquietas:
saxos, trombones, trompetas,
en una orquesta moderna
donde Romeu se interna
para buscar nuevas metas.







María Teresa

Qué añoranza, qué agonía
dejaste con Veinte Años,
y no encontramos tamaños
para medirte, María.
Trovadora , todavía
sigues cantando tus penas
porque tu ausencia la llenas
con otras voces que cantan,
de modo que te levantan
al pedestal de las buenas.



Mongo Rives

La Isla de la Juventud
ya tiene con Mongo Rives,
música para que arribes
al compás de su laúd.
No hay descanso, ni quietud,
porque de su herencia parte,
para convertir en arte,
el canto y baile Pinero:
Sucu suco, sin lindero,
legas con Mongo a quedarte.



Rubalcaba

¿La Charanga es Rubalcaba?,
¿es un piano con Guillermo?
Armonía, no me duermo
porque el danzón no se acaba.
Eres una eterna lava
musical que siempre aflora,
donde tu estilo elabora
pasajes que al piano sueña
para que suene la leña
que rajó La Ma Teodora.




Pedro Luis Ferrer

Llegas Pedro Luis Ferrer,
con tu verbo y la guitarra
soltándole toda amarra
al canto y al amanecer.
¿La Niña mala al crecer
te sugiere nuevos temas,
otros lenguajes, fonemas…
qué cosa es lo que te dice
para que tu genio ize
las velas por donde remas?






Esther Borja

¿Cuántos años, Damisela,
te dio de vida Lecuona?
La eternidad que funciona
en el canto de tu escuela.
Y como contigo vuela
hecha la canción un hito
quiso convertir en mito,
de la lírica, tu voz,
quizás para estar los dos
unidos al infinito.



Yumurí

¿Moisés Valle? Yumurí,
con hermanos hizo fiesta,
unidos por una orquesta
que sigue sonando y-
dándole a la clave ahí,
justo el tres /dos que reclama:
mientras Yumurí nos llama
con su canto: ¡A guarachar!
y toda Cuba a bailar
el son de su pentagrama.







Juan Carlos (El Loco)

Al salir de La Revé
dicen que ya estaba loco,
que le faltaba muy poco
para tocar con un pie.
Intranquilo se le ve
con Dan Den, da su respuesta
y parte con esa orquesta
que es su piano sobre rieles
para hallar todas las mieles
musicales en la fiesta..



Frank Fernández

El piano es la caja fuerte
que se hace frágil si tocas
porque al rozarlo provocas
el hallazgo de la suerte.
Es el placer para verte,
viajando por el teclado,
Chaikovski resucitado
por tus manos de la parca:
y todo su genio abarca
un repertorio elevado.



II

De modo que te has ganado
un puesto en el pentagrama
porque tu talento es llama
para encender lo apagado.
La música que ha quedado
escrita en notas brillantes,
contradanzas de Cervantes,
Lecuona, clásicos todos,
para encontrarle acomodos
y darle brillos radiantes.


César Pedroso (Pupy)

Pupy estuvo en la leyenda
de Van van, desde su piano,
dijo adiós con una mano
y salió a buscar su senda.
Para que nadie se ofenda
quiso hallar su escalafón:
el timbre en su corazón
con estribillo en los coros,
para brotar por sus poros
ritmos de Los que son son.





Eliades Ochoa

Dicen que Eliades salió
de su tierra santiaguera
para cantar dentro y fuera
que María se pintó.
Así su canto encontró
reconocido homenaje.
La sencillez de su traje,
la guitarra y su sombrero:
la identidad del sonero
con su música en el viaje.


Pío Leyva

De luto queda Morón,
la música está de duelo:
Pío Leyva sube al cielo,
pero nos deja su son.
Guarachas con el sazón
bromista de El mentiroso,
que dio ese toque asombroso
cuando sonaba la orquesta,
para alegrarnos la fiesta
hasta el final, sin reposo.







Edesio

Busca afanoso las notas
de un pentagrama que sueña,
con la música se empeña
vestido de blanco y botas.
Estilo donde tu flotas,
en cada acorde fecundo
pregonan la paz del mundo,
junto a la conga sonora
reloj roto de Pastora,
fusión de sello profundo.


Adolfo Alfonso(Para Volpino Rodríguez)

Adolfo cantaba tangos
y las tonadas guajiras,
para afinarse las liras
poéticas de otros rangos.
De niño escuchó fandangos,
coplas llegadas de España
y en la intrincada maraña
musical donde creció,
la rima con él halló
el brillo que no se empaña.

II

El repentísmo es su hazaña,
versos que brotan al vuelo:
la controversia es un duelo
donde el poeta se amaña.
El canto con rima estaña
y va soldando una idea,
Cuba aplaude y se recrea
con toda su admiración,
y él da a la improvisación
la plena luz de su tea.



Justo Vega (Para Pablo Díaz)

Que elegancia, Justo Vega,
al canto le diste, Justo
para complacer el gusto
con el arte y con tú entrega.
La décima que me llega
a revivirte en tu muerte,
es el modo de tenerte
del punto como puntero:
destellos de tu lucero
dan claridad para verte.




Orlando Valle(Maraca)

Irrumpe en el diapasón
Orlando Valle, Maraca,
pone las notas, les saca,
sonidos de Otra Visión.
Descarga de jazz y son,
tropel sonoro innovado,
que con la flauta has logrado
el puente por donde cruza
la música de tu musa,
rítmica del desenfado.


César López

Hallaste el ensamble justo
con el saxo, tu baluarte,
soliloquio de tu arte,
música de fino gusto.
Vas creciendo en el robusto
lenguaje de tu armonía,
acople de melodía
de ritmos y timbres fundes
y en sismos de notas cundes
tu musical sinfonía.



Pachi Naranjo

Tienes Pachi en Manzanillo
un piano de pedestal,
con un timbre original
a tu estilo dando brillo,
haz desbrozado ese trillo,
para hacer tu carretera,
donde va tu charanguera
orquesta en el largo viaje,
con música de equipaje
para sonar donde quiera.



Bobby Carcassés

Para nombrarte en inglés,
alguno Showman te dijo,
buscándote un acertijo
definitorio tal vez.
Así, Bobby Carcassés,
llega tu ingenio inquietante,
de escalas, fuga al instante
fraseando a la par del piano,
donde te brota lozano,
timbero, tu jazz cantante.




Issac Delgado

Con N.G en las alturas,
Isaac, sus alas despliega
Su canto a las cumbres llega
con probadas sabrosuras.
Profesor de asignaturas:
pretexto donde se alza,
para el cantante que calza
y llega dando la hora:
la imagen por donde aflora
El Chévere de la Salsa.


Trío Taicuba

El Trío Taicuba hizo
(Baz, Heriberto y Cataneo)
la elegancia donde veo
a la trova con su hechizo.
Porque la armonía quiso
darle un sello a la leyenda,
de modo que el pueblo aprenda,
el sentir de los autores:
van cantando los cantores
pasiones en cada ofrenda.


Alejandro García Caturla

Qué cimiento para verte
hecho música, Caturla,
donde tu presencia burla
la rabia que dio tu muerte.
Y de este modo tenerte,
Maestro de Sinfonía:
caudal de la cubanía
fundiste con el folclor,
llama de ese resplandor
nos alumbra todavía.



Arnaldo

Ya tiene su talismán
el mulato acelerao
porque su canto ha pegao
como si fuera un imán.
Sus Lucecitas están
alumbrando hasta Ceballos,
donde la luz de sus rayos
le dan música al terruño,
le pone a su estilo un cuño
con el néctar de los tallos.





Ricardo Leyva

Leyva, tiene en Sur Caribe
música de Credenciales:
melodías con avales,
para que la conga arribe.
Sinfonicamente vive
la corneta con violín,
metales, tambor, festín
en un diapasón de cuero,
añoranza donde quiero
bailar la conga sin fin.


Tito Gómez

Con Vereda tropical
Tito Gómez, fue más Tito
y su canto marcó un hito
con Riverside musical.
Toda la miel del panal,
que endulzó su melodía
le enseñó la geografía
clara de aquella Vereda,
para que su novia pueda
volver si quiere algún día.



Beatriz Márquez

Qué registro el de tu voz,
cristal de murano fino,
para andar por el camino,
musicalísima en pos.
Guitarra, piano, los dos
complementan tu armonía,
para calmar la agonía
juntos, espontáneamente,
dándole vida al ausente
amor con tu melodía.


Homenaje

Marta Valdés, Miriam Ramos,
Argelia Fragoso, Vania,
Osdalgia, Haila, con Tania:
Las cantantes que soñamos,
buscando sus cantos vamos
al encuentro de sus voces.
Cada una con sus poses
de magias sin artificio
le dan más luz al oficio
del canto lleno de goces.








Juana Bacallao

La noche en La Habana tiene
un desenfado con Juana
porque entre canto y jarana
La Bacallao se mantiene.
Ella se engalana y viene,
con su verbo de solar,
manda a su tribu a tocar:
se desplaza improvisando,
entre jugando y cantando,
hace reír y bailar.


José Luis Quintana (Changüito)

Creó una escuela Changüito
con su paila y las baquetas,
estilo con nuevas metas
de timbalero erudito.
Descarga hasta el infinito
con virtuosismo afinado,
y todo el que lo ha escuchado
empecinado en su paila,
el alma le vibra y baila
con el ritmo que ha creado.




Paulo F.G

Cuando salió de Dan Den,
Opus Trece con Joaquín,
le dio a Paulito por fin
los rieles para su tren.
El canto le fue tan bien
que con la Élite en flor,
vibró la pista en calor
para escuchar sus canciones,
y le sobraban razones
a Paulo el sofocador.


Jorge Luis Rojas (Rojitas)

Con Adalberto y su son
Rojitas, lleno de azoro,
canto con su voz de oro
los sones del corazón.
De modo que su sazón,
de pop, trova y poesía,
le puso a su melodía
Evocación del ayer
empezar a componer
del caribe su alegría.



Leonel Limonta

Limonta el compositor,
con cada tema se alegra,
pues ya tiene Azúcar Negra,
con su musical sabor.
Empeñado en su labor
de hacer con letras el canto,
Limonta, sube otro tanto
con cada canción que escribe,
para el bailador que vive
con optimismo y sin llanto.

Miriam Ramos

Si supieras Miriam Ramos:
las penas que a mí me matan,
un torbellino desatan
a la voz de tus reclamos.
En el cielo nos hallamos,
sueño que estoy en el cielo
en un eterno desvelo
por tus ojos, tu sonrisa,
y tu voz viaja en la brisa
que te peina el blanco pelo.




Liuba

El canto se hace dulzura
con cada entrega que das,
subes con talento y más
hasta conquistar la altura.
Suelta toda la atadura
de las tonadas guajiras
y vuelan libre las liras,
como evocando a Ada Elba,
para que la musa vuelva
a verte cuando suspiras.


Roberto Faz

Roberto, con el Conjunto
y la voz inconfundible,
es el sello irrepetible
que puso su nombre junto
a la estela donde apunto:
lo que perdura en el arte.
Llega la muerte a buscarte
tan insolente y tenaz.
¿Te marchas, Roberto Faz…
¿o has muerto para quedarte?



Bárbaro Torres

Cuánto empeño por sacar
notas desde tu laúd,
para alcanzar la virtud
que te acompaña al tocar.
La escuela, que fue tu hogar,
donde te insitó el abuelo
para elevarte del suelo
vibrando con doce cuerdas
y tu infancia la recuerdas
en lo alto de tu vuelo.


Tejedor(Para Idel y Rolo)

José “Cheo” Tejedor
le puso nombre al bolero,
mientras cantaba: “Te espero”
esperando por su amor.
Vagando con su dolor,
porque el amor lo traiciona,
con cada bolero entona
una historia pasional
donde lo triste, al final,
con el llanto se perdona.




Augusto Blanca(A la memoria de Paco Mir)

¿Llegó la trova a buscarte
o hallaste la trova solo?
En qué extremo de este polo
te ubico, Augusto, en qué parte.
Sales de Banes, tu arte
que es el verso hecho canción,
busca un parque, la ocasión
para evocar la glorieta,
donde sueña tu poeta
y canta tu corazón.


David Álvarez
Que sabor le das al son,
David, con juego de manos,
para hacernos más cubanos
con clave en el corazón.
Encontraste la razón
porque tu música llega,
con ese ritmo se entrega
al gusto del bailador,
donde se prueba el sabor
que tu condimento riega.



Gerardo Alfonso

Ha visto Sábanas blancas
La Habana, entre sus balcones
Y es La Habana entre ilusiones
ciudad de sonrisas francas.
Gerardo, al tiempo le arrancas
la piel que todo lo cubre,
y tu guitarra esa ubre,
que con los dedos ordeñas,
misterios por donde sueñas
cuando el canto te descubre.



Mayra Caridad Valdés(Cachita)

Al timbre que hay en tu voz,
¿cuántos matices le das
improvisando en el jazz
para que te escuche Dios?.
En un instante veloz,
suena un arpa en tu garganta:
cada instrumento se espanta,
hacen mutis para oírte
y en el silencio pedirte:
Cántame, Cachita, canta.





Carlos Varela

Por suerte, el televisor
que miraste en la niñez,
te vistió la desnudez
afiebrada de tu amor.
Irrumpes con el verdor,
que le da brillo a tu rama,
y llueve en tu pentagrama
con un lenguaje de nubes:
vuelas a la altura, subes
buscando la luz, la llama.


Vicente Feliú

Me puse a buscar el modo
para elogiarte, Vicente,
hice versos de repente
para unirte con un todo.
Pero no hallé el acomodo
justo para definirte.
Créeme, quise decirte
que tú canción es un rezo,
el ansia presa de un beso
cuando solo debes irte.

Lourdes Torres

Cantante, compositora
de añoranzas y de sueños:
Mujeres libres sin dueños
cuando canta usted señora.
El resplandor de su aurora
da destellos a la hija
y el manto que las cobija
hace de las dos la luz,
la justa unión de una cruz,
como el asa en la vasija.


Lázarito Valdés

Lázarito, en Bamboleo
le dio a la voz femenina
el tono que al piano afina,
como estreno en un liceo.
En un constante recreo,
entre la timba y la salsa,
el coro repite y calza
con estribillo de son,
rompe el molde de cartón
y pone su estilo en alza.






Guajiro Mirabal

Cuántas notas has sacado
de la trompeta, Guajiro.
Cierro los ojos, suspiro
oyendo el solo que has dado.
Con cada mambo, mambeado,
al aire de los metales,
te impones, porque tú sales
con el sonido estelar
que no deja de brillar
con la luz de tus fanales.



Juan Kemell

Kemell, fundó La Barriada
y el toque de su trompeta
le puso a la banda inquieta
una escala en escapada.
Una fuga sincopada
digitando en los pistones.
Acompaña las canciones
desde atrás, sin la sordina,
y el bailador adivina
el barrio de sus razones.



Giraldo Piloto

Llega, Giraldo Piloto,
con Clímax sonando fuerte,
y en cada compás que vierte
arregla un sonido roto.
Allá en el fondo, remoto,
detrás de la batería,
dirige con maestría
este taller que su orquesta,
para encontrar la respuesta
del ritmo que soñaría.


Ibrahím Ferrer

Nos dijo adiós Ibrahím,
se fue sin su canto, el solo,
y El platanal de Bartolo
está llorando este fin.
La muerte siempre en su ruin
empeño aniquilador,
se llevó a este soñador
que con las flores hablaba,
y con el sueño cantaba
junto a Omara, hecho de amor.



Emiliano Salvador

Como una antorcha fugaz,
Emiliano Salvador
nos dejo su resplandor
de un interminable jazz.
Puerto Padre, no está en paz
porque le falta un hermano,
y hasta el más simple cubano
sabrá que al piano le falta
la escala que vibra y salta
por la ausencia de Emiliano.


Juan Antonio Leyva

Con, Arte Vivo de estreno,
Leyva descifra la escala
y con acordes se embala
para brillar en su seno.
Mario Daly, vio lo bueno
en cada obra que hizo.
Bajo tu cabello rizo,
hay canas sobre las sienes,
haces la música y tienes
el premio que el grupo quiso.





Ernán López- Nussa

A la fiesta de los pianos,
no puede faltar Ernán,
porque de luto estarán
si no los tocan sus manos.
Con los acordes tempranos,
le dio riendas al talento,
y encontró el timbre, el acento
sonando en el jazz latino,
dejando abierto el camino
con sus descargas al viento.


Los Zafiros

Ignacio, Miguel, El Chino,
y Eduardo, junto a Galbán,
tocan la gloria y se van
con la gloria a su destino.
Ofelia, es el broche fino,
que adorna la Hermosa Habana.
¿Suena una voz ya lejana?
¿De falsete? y dice Aló,
y en el alma nos dejó
el gemir de una campana.


La Monumental

La Orquesta Monumental
con Rojas prendió el Mechón
y la luz de ese tizón
iluminó el carnaval.
La orquesta tuvo final,
pero su música queda,
presa en el disco, esa rueda
donde se guardó el sonido:
consolación sin olvido
aunque verla ya no pueda.


Cándido Fabré

Cándido, en la Original,
le diste rienda a tu canto
y Manzanillo, por tanto,
te quiso dar un sitial.
Eres sonero triunfal,
que improvisas cuando cantas,
en cada canción levantas
clamores de admiración
charangueando con el son
que sale por tu garganta.




Santiago Feliú

Haz sobrevolado un sueño,
¿Ayer, pasado, mañana?
Sabina, llega a la Habana
buscándote en este empeño.
Para entonces ya eras dueño
de tus cantos, tus canciones,
palpitar de corazones,
declaración de principios
para que el amor sin ripios
llegue a cantar tus razones.


Marta Valdés

El recuerdo por Guzmán,
Bola de Nieve, o los dos,
paradigmas que en tu voz
y tu corazón están.
Tú vas, Marta, donde van
los lirismos de tu canto,
amparada por el manto
de tu guitarra sonora.
Sales y ahuyentas, cantora,
los sinsabores del llanto.



Martha Jean- Claude

Martha, trajiste de Haití,
el eco de sus tambores,
la alegría y los amores
para darles vida aquí.
Se te prolongó en Maisí
tu tierra y tu canto unidos,
y volaron de tus nidos
las tradiciones haitianas,
para sentirse cubanas
junto a tus hijos queridos.


Pablo Menéndez

Pablo, con Mezcla, fundió
la música de sus sueños
y puso buenos empeños
con las notas que escribió.
Así de ese modo halló
en los acordes precisos:
Trova, rock de los hechizos
en su guitarra afinada,
para subir la parada
musical hacia otros pisos.

Raúl Camay

La voz lírica del Moro
salió cantando de Holguín,
para llegar al confín
y dar destellos de oro.
Se fue Camay, dijo un coro,
lamentando su partida.
Fue una nota sostenida
que se escapó de su pecho,
salió veloz por el techo,
como una flecha encendida.


Roberto Carcassés

La nueva generación,
con Interactivo emprende,
el taller donde se enciende
la fragua de su fusión.
Roberto, con más razón,
hace más ancho ese trillo
y el coro de su estribillo
con hip hop a lo cubano,
le tiende un puente, la mano
para que Goce el pepillo.



Pedrito Calvo

Tantos años con Van Van,
Pedrito Calvo, cantaste
que tu presencia dejaste
pegada como un imán.
Unos llegan, otros van
en un andar peregrino.
El canto, que es tu destino,
te acompaña en cada parte
y con la voz y tu arte
haces tu propio camino.



Polito Ibáñez

Mira que los espejismos
nos confunden las pasiones,
las miradas las razones
y ya no somos los mismos.
Pones al canto lirismos
con empeño renovado,
justo Polito, has llegado
para entregarnos la suerte
este placer para verte
con tu canto consagrado.





Buena Fé

Llega Israel con Yoel
el dúo guantanamero:
hay que quitarse el sombrero
por su poética fiel.
La trova, el pop, esa miel
con que endulzan las canciones
abren venas, corazones,
nacen ángeles humanos
y le brotan por cubanos,
con el canto sus razones.



Moncada

Jorge Gómez, con Moncada
le dio a la tribuna el canto,
y la canción se hizo manto
transparente en la alborada.
El grupo, la gran morada,
de músicos y cantantes:
los de hoy y los de antes,
que vuelan con alas nuevas
son los disparos, las pruebas
sonoras de cada instantes.


David Blanco

Sale de Moncada y deja
la trompeta sin sonido.
El grupo que fue su nido
lo aplaude cuando se aleja.
Laborioso cual abeja,
David, se impone en su arte:
el rock, el pop, cada parte
de musical desenfado,
hace bailar y ha creado
su pachanga para darte.



Dámaso Pérez Prado

El Mambo se hizo estrenar
con Pérez Prado, fue moda
y al escucharse fue toda
la sensación al bailar.
Saltó del patio al solar,
del solar a las naciones.
Hizo latir corazones
al compás del estribillo
y sigue sacando brillo
al bailarlo en los salones.





Inocente Iznaga (El Jilguero de Cienfuegos)

Para cantar las tonadas,
Cienfuegos tiene El Jilguero,
que al Punto le dio primero
las claves improvisadas.
Cantando las carcajadas
o El punto Camagüeyano
para hacer el mano a mano
en dúo junto a Martica
donde con gracia salpica
el puro sabor cubano.


Ramón Veloz

Tabaco Verde, canción
que en la vega de tu voz
le diste, Ramón Veloz
lirismo en cada ocasión.
El canto, la gran pasión,
en el Guateque de ley:
ella la reina, tú el rey,
Coralia a tu lado entona
como homenaje a Lecuona
ese inmortal Siboney.



Jesús Orta Ruiz (El indio Nabori)
¡Que bien supiste decir
lo que tu padre no dijo!
¿Qué paradoja, acertijo?
Indio pudiste escribir,
con diez alas para ir
al templo de La Espinela.
Ahí permanece en vela
junto a tu canto, las rimas,
en las altura esas cimas
por donde tu verso vuela.


Electo Silva

La escala en el diapasón
del canto coral en Cuba
hace que tu nombre suba
al podium con El Orfeón.
Orfebre en la afinación
con la orquesta en la garganta:
el coro te mira y canta,
atento te mira el coro
maestro, puntal sonoro
cuando la mano levanta.




Alberto Herrero

La pista, los cenitales
en una cómplice unión,
con tu voz hecha canción
se hace luz cuando tus sales.
Aplaude el público y vales
por ser el rey de la noche
donde tu presencia es broche
que ilumina el Salón Rojo
y el canto. Ese gran antojo
se hace contigo derroche.


Félix Baloy

Si el Son tuviera apellido
se apellidara Baloy,
el elogio que te doy
lo tienes bien merecido.
Con el timbre sostenido
haces inmortal el Son,
privilegio de tu don,
herencia de los soneros
que te abrieron los senderos
con la voz del corazón.


Los Compadres

Toco el recuerdo y me abres
una puerta musical
donde no tiene final
el canto de Los Compadres.
Más que hermanos, son los padres
cantando dichas y anhelo
los hermanos Hierrezuelo
van junto a María Teresa
guitarras, voces, fineza
juntos por el mismo cielo.


Digna Guerra

Con tus manos frente al coro
atas en el aire notas
y armónicamente flotas
para llenarnos de azoro.
La voces, caudal sonoro
de una escala con matices
se nutren cual las raíces
con la sabia que le riegas:
Así te vemos y llegas
para hacernos más felices.






Chanito Isidrón

De niño escuché a Chanito
por aquel radio de pilas
mirando triste las lilas
marchitas de Clavelito.
Y de aquel vaso bendito
donde mi abuela rogaba,
del mismo vaso volaba
en un misterioso vuelo
y descalzo sobre el suelo
junto a Chanito soñaba.


Rolando Montero(El Muso)

El Muso, tiene una musa
que lo acompaña en el canto
para que el dios de su santo
yo guié por donde cruza.
Con ron la garganta azuza
para la voz calentar
y cuando empieza a cantar
el bolero, ya es El Muso
parece que dios lo puso
con el canto en su lugar.


Enrique Álvarez

Suena en la noche un violín
con charanguero sonido
y el do con fa sostenido
hace del baile un festín.
Busca, Enrique, en el confín,
con el arco toca el techo
lo pulsa el brazo derecho
para encontrar la armonía:
Todo es música, alegría
que le brota desde el pecho.



Pedrito Camacho

Pedrito Camacho, quiso
desde niño ser pianista
soñando un piano en la pista
y el sueño tocando hizo.
Pupy, maestro preciso
lo invitó un día a tocar:
Las teclas, sonoro mar,
sus dedos remos inquietos
fueron sorteando los retos
y con El Clan navegar.

Virulo

Virulo, le dio al humor
la música y sus canciones
para alegrar corazones
y espantarnos el dolor.
La risa cual surtidor
persigue insistentemente,
la actuación, el canto un puente
para dialogar cantando
de ese modo cosechando
la sonrisa de la gente.


Kiki Corona

La trova tradicional
revive cuando la entona
para que cante Corona
melodioso y musical.
Se afianza como un puntal
cuando a La Trova da vida
y con canciones convida
a los niños desde el suelo,
en imaginario vuelo
de una ronda en estampida.





Rolo Martinez

Te llega el canto a las venas
con Benny Moré y Cuní,
el son te sale de ahí:
de las raíces más plenas.
Para las fiestas más buenas
si cantas La Ruñidera,
nadie quiere quedar fuera
En casa de Pedro el cojo:
Tu complaces cada antojo
con un sello de primera.



Leo Vera

Con La Charanga, Iraquere,
brilló contigo la pista
para llegar a Solista
del canto que nunca muere.
El público que te quiere,
aprecia tu tesitura
y el alto de tu estatura
ya es el alto de tu canto:
que se ha convertido manto
musical desde la altura.




Raúl Rondón (El Bardo camagüeyano)
Para Armando López Rondón

Te pido el verso prestado
para cantar tus tonadas
amanecer de alboradas
del poeta enamorado.
Vienes Raúl, a mi lado,
tu canto en mi puerta toca,
donde mi padre te evoca
con rimas desde Morón,
a endulzarme el corazón
con un panal en la boca.


II
El tiempo es la copa rota
hecho astillas en las barras
donde sonoras guitarras
rasgan una eterna nota.
Es tu espíritu que flota:
Sigues viviendo en Armando,
como si fueras dictando
un verso sin terminar
para poder descifrar
este misterio cantando.




María Teresa Caturla(Teté)

La pista, ya no es la pista
cuando sale la Teté
a sonar su chequeré
en un pase de revista.
Todos siguen con la vista
esta fiesta del salón,
hecha de rumba y de son,
del canto para alegrar
hasta que llegue a vibrar
la fiesta en el corazón.



Alexander Abreu

Se estremece la trompeta
en la aguda melodía
y tiembla con la armonía
como una novia coqueta.
Alexander, en su meta
le puso nombre al sonido:
Tanto talento ha tenido,
que brilla como cantante
irrumpiendo deslumbrante
con la luz que le ha nacido.


Los Papines

Papín, junto a sus hermanos:
Alfredo, Jesús y Luís,
en la vuelta a su raíz
con el toque de sus manos,
se elevaron a otros planos
con sello de distinción.
La rumba se hizo canción
y la canción se hizo rumba:
Fiesta de canto y de tumba
en cuero de diapasón.

Orlando Laguardia

Cuánto de genio y destreza
hilvanas cuando improvisas,
con las palabras precisas
que guardas en tu cabeza.
Laguardia, pura entereza
que en elogios se deshace,
no quiero que el tiempo pase
y el tiempo sigue pasando
mientras él me va bordando
este canto que le nace.





Clave y Guaguanco

Los rumberos al tocar
La rumba de la corbata
como de toque se trata
hacen bailar el solar.
Saben en el cuero hallar
las voces que guarda el cuero
y en la leña del madero
Amado, su clave afina
La rumba que no termina:
Esa es la rumba que quiero.


Luis Carbonell

El magisterio del canto
del maestro Carbonell
viaja en el piano con el
cubriéndolo con un manto.
Nadie puede decir cuánto
de genio y dedicación
le ha entregado al diapasón
para formar a cantantes
y en sus estampas rumbeantes
hecho un mago en la dicción.






Isolina Carrillo
Aun perfuman tu jardín
Dos Gardenias, Isolina
y ese aroma no termina
porque nunca tendrá fin.
En armonioso festín
la trova viste tus galas
y se escuchan en las salas
los trovadores bisoños
como encendidos retoños
para volar con tus alas.

Pachito Alonso

Pachito, en fa, con su don
se renueva con su empeño
para darle vida a al sueño
de Pacho con su pilón.
La música es su razón
que desde el pecho le agita,
cuando el bailador palpita
cantando sus estribillos
los grandes y los chiquillos
hacen la Habana Chiquita.



Haila

De paso por Bamboleo
irumpe Haila en la escena
y deja la noche plena
de luces donde la veo.
Azúcar Negra, deseo
de ampliarse en el horizonte.
Afinación de sinsonte,
Haila, en su canto despega,
cuando con su orquesta llega
melódica desde el monte.



Elito Reve

Elito, en el Charangón
que hereda al morir su padre,
con cada tema le abre
la puerta a la tradición.
Con virtuosismo y tesón
funde el Changüí con el Son,
Fresquesito punto com,
nos entrega su disquera
Para que baile cualquiera
desde Cuba hasta Japón.



INDICE
1.- Datos biográficos
2.- Cita Martiana
3.- Prólogo
4.- Prólogo
5.- Dedicatoria
6.- Georgia, Simonet
7.- Simonet, David
8.- El Tosco
9.- Juan Formell
10.- Pedro Izquierdo, Lázaro Ross
11.- Lázaro Ross, Adalberto
12.- Adalberto, Silvio
13.- Silvio, Celeste
14.- Celeste, Frank Emilio
15.- Frank Emilio, Enrique Jorrín
16.- Enrique Jorrín, Embale
17.- Embale, Carlos Alfonso
18.- Chucho Valdés
19.- Migdalia Hechavarría
20.- Revé
21.- Pacho Alonso
22.- Polo Montañez
23.- Ignacio Villa, Pablo
24.- Pablo, Matamoros
25.- Matamoros, Benny
26.- Benny
27.- Compay Segundo
28.- Rita Montaner
29.- César Portillo
30.- José Antonio Mendez, Corona
31.- Sindo
32.- Omara
33.- Miguelito Valdés, Décima para Elena
34.- Décima para Elena, Celina y Reutilio
35.- Celina y Reutilio, Para los Vitier
36.- Para Los Vitier, Rosita
37.- Rosita, El Guayabero
38.- El Guayabero, Pancho Amat
39.- Pancho Amat, Barbarito Diez
(Homenaje al Danzón)
40.- Barbarito Diez
41.- Barbarito Diez, Leo
42.- Leo, Lilí Martinez
43.- Rubén, Zenaida Romeu
44.- Joseíto Fdez, Teresita Fernández
45.- Teresita Fernández, Angel Díaz
46.- Sara, Noel
47.- X Alfonso, Amaury
48.- Carlos Puebla, Cuní
49.- Arístides Soto (Tata Gúines), Barreto
50.- Merceditas Valdes Joseíto Fernández
51.- Muñequitos de Matanzas
52.- Armando Romeu
53.- María Teresa, Mongo Rives
54.- Rubalcaba, Pedro Luis Ferer
55.- Esther Borja, Yumurí
56.- Juan Carlos, Frank Fernández
57.- Frank Fernández, César Pedroso
58.- Eliades Ochoa, Pío Leyva
59.- Edesio, Adolfo Alfonso
60.- Adolfo Alfonso, Justo Vega
61.- Orlando Valle(Maraca) César López
62.- Pachi Naranjo, Bobby Carcassés
63.- Isaac Delgado, Trío Taicuba
64.- Alejandro García Caturla, Arnaldo
65.- Ricardo Leyva, Tito Gómez
66.- Beatriz Márquez, Homenaje
67.- JuanaBacallao, José L.Quintana
68.- Paulo F. G, Rojitas
69.- Leonel Limonta, Miriam Ramos
70.- Liuba, Roberto Faz
71.- Bárbaro Torres, Tejedor
72.- Augusto Blanca, David Alvarez
73.- Gerardo Alfonso, Mayra Caridad
74.- Carlos Varela, Vicente Feliú
75.- Lourdes Torres, Lázarito Valdez
76.- Guajiro Mirabal, Juan Kemell.
77.- Giraldo Piloto, Ibrahím Ferrer
78.- Emiliano Salvador, Juan A Leyva
79.- Ernán López –Nussa, Los Zafiros
80.- La Monumental, Cándido Fabré
81.- Santiago Feliú, Marta Valdés
82.- Martha Jean- Claude, Pablo Menéndez
83.- Raúl Camay, Roberto Carcassés
84.- Pedrito Calvo, Polito Ibáñez
85.- Buena Fé, Moncada,
86.- David Blanco, Dámaso Pérez Prado
87.- Inocente Iznaga, Ramón Veloz
88.- Jesús Orta Ruiz, Electo Silva
89.- Alberto Herrero, Félix Baloy
90.- Los Compadres, Digna Guer
91.- Chanito Isidrón,Rolando Montero
92.- Enrique Alvarez, Pedrito Camacho
93.- Virulo, Kiki Corona
94.- Rolo Martinez, Leo Vera
95.- Rául Rondón
96.- M Teresa Caturla (Teté) Alexander
97.- Los Papines, Orlando Laguardi
98.- Clave y guaguanco, Luís carbonell
99.- Isolina Carrillo, Pachito Alonso
100.- Haila, Elito Revèe