jueves, 6 de noviembre de 2008

Espejos

Cuando yo era niño mi alma era como un espejo, pero alguien me lanzó una piedra y desde entonces ando recogiendo las astillas dispersas de mi espejo” (Anónimo Nicaragüense)

Evolución.

Todo era oscuro,

el mundo aún no se había estrenado

en el inclemente murmullo de los ruidos,

pero ya eras un espejo,

allá en el ojo de agua de la roca.

El asombro.

Espantados de los reflejos de sus cuerpos, los dinosaurios y otros saurios

no desaparecieron como dicen los paleontólogos: por la explosión, o el bostezo de la tierra, acomodándose en la danza universal del movimiento. No, ellos y otros fieros e ingenuos animales, después de haber sobrevivido la abundancia torrencial de aquel diluvio, perecieron de sed., más bien diría: asustados de reflejos, se negaron a beberse en el líquido espejo de las aguas y la muerte nos los trajo conservados en las piedras calcinadas de la geografía, en las frías piedras de los glaciales, en las turbas pantanosas de la taigá siberiana. Eso dicen ahora los que saben de muertes y desastres de otros tiempos. Otros huyéndole a las aguas emprendieron la fuga hacia lugares más cálidos y terrenales, inventando tal vez sin proponerse la interminable metamorfosis, de esta larga evolución de las especies- mucho antes que Darwin se preocupara por el tema-, acostumbrándose a vivir con los reflejos de las formas, cercanos ya desde la redondez cóncava de los ojos.

Los mares acogieron a los tímidos e inhibidos cetáceos, crustáceos, y la interminable fauna y flora que la pueblan en el silencioso mundo submarino, donde se reproducen, reducen y crecen desde entonces. Espejo ondulante de los mares en el azogue salado de las aguas.

(1)

Cristal de límpidas marismas., vidrio congelado de los árticos., estanque gelatinoso de medusas, algas y hortalizas marinas. Insondables abismos de sus fosas donde viven los peces ciegos en las interminables noches de sus aguas. Barreras luminosas de corales, caprichos de colores donde habitan las madreperlas ocultas del destello., colonias de hipocampos indomables, con el poder de reproducirse macho a macho, afán por mantener la especie, en una mariconería marina -- envidia de los Gays transexualizados con implantes sensuales , siliconas libidinosas de la esperma y el escándalo

público de Dios por boca de la Iglesia ,maldiciendo, la recua de arría de esos hijos insatisfechos, renegados de su condición casi divina, sobrevivientes creados a imagen y semejanza, para continuar la interminable cadena de la vida., y hace declaraciones la voz de Dios desde cómodos aposentos allá en el Vaticano, pidiéndole a la Culta Europa y al Genio embotellado de Norteamérica, que adopten por decretos sus gobiernos el rechazo de siempre a la sodomía-– y allá en los fondos del tiempo y del agua siga la vida revolcándose hasta siempre.

Olas

Allá,

burbujeando en el manantial de agua dulce,

fue el sobresalto del ojo,

en olas, dividido.

Luego la serena mansedumbre: la confianza

y estas ansias de beber hasta saciarme.

Así, en búsqueda constante

fue creciendo de la tierra,

hasta llegar a la frágil altura de estos tiempos,

casi con los mismos sobresaltos,

digo sobre nombres de otros sustos,

el ansia de estar vivo día y noche

para enfrentar los temores

y tumores de la muerte, y volver

a reinventarte en la íntima unión

de nuestros sexos.

(2)

II

Estalactita de piedra goteando,

reloj de agua:

líquida transparencia,

en la fría humedad de la caverna,

donde sacio la sed

y hago dibujos en el pétreo mural

de la pared.

Enigmas que adivinan

hoy especialistas de trazos en las rocas,

que dicen saber cómo viví,

refugiado en las grutas con temores.

Inventores de historias mal contadas,

de toros galopando en Altamira,

en galerías de artes subterráneas

aun por descubrir,

bajo la escoria terrenal donde me oculto.

III

Salto a la luz de los asombros,

donde la filosofía encuentra su raíz,

para interpretar los enigmas, los misterios.

Y llega la misma duda a preguntarme:

¿Quién le da nombre a esta agonía ancestral

que nos lastima?

(3)

IV

Me desprendo del azogue,

de mi copia,

salgo a caminar con mis asombros

y a cada pestañazo de los ojos

me encuentro preso en tu mirada.

Sexo con espejo allá en el techo.

Era diciembre, no recuerdo…

Si supieras, de tu cuerpo sí me acuerdo.

Ha pasado el tiempo perezoso,

cargándome de ansias y recuerdo:

pedazos de astillas del espejo,

aquel que te atrapó pegada al techo,

llega de punta, entra en mi pecho

sobre la cama distendida, aquí tan lejo..

Museo.

Majestuoso palacio con espejos,

donde se pavoneo la crema y nata

de burgueses ignorantes, dando lata

atrapados en el brillo., en los reflejos.

Chamarretas, medallas y pellejos

maquillados con bombos y platillos.

Así llegan serviles y amarillos:

imágenes de apostatas vencidos

a ocupar un espacio, detenidos

en las fotos que afean los pasillos. (4)

Desierto.

Reverberante arena del desierto

camino por colinas, por tus valles

y mis huellas se oculta en la impronta.,

rapidez de arena fina.

Es un festín este andar en el desierto.,

nada desierto: estoy de tournée

con los amigos.

Allá lejos, las dunas, el sol, yema de luz

ocurriéndose en el sartén del horizonte,

un poco más acá, la jaima, oasis

reposo del turista

donde se puede reposar la vista

en la danza frenética del vientre.

En la inmensidad del patio, delante de la jaima:

los camellos, dromedarios a la espera,

del cabresto y el beduino que te invita

por un módico precio, en divisa,

a sacarte de la arena, sobre la giba alfombrada

que te eleva,

debajo el camello hundiéndose en la arena

y arriba el cielo todo estrellas,

así bajo esa bella,

noche en Dubai

me acuerdo de ella.

(5)

Ramadan en Abu Dabi

Dubai Hotel Marine,

remanso de capricho y del reposo,

donde escapo del bochorno que me asfixia,

del calor, de ese vaho que trae la brisa,

del desierto, del mercado y de la prisa.

Los cantos por Alá en las mezquitas

es un coro indescifrable de sus cuitas,

curiosos se revuelcan los turistas,

con cámaras videos, con divisas

de gastarse los antojos, sin camisas

en las calles, los mercados, autopistas

y tostarse la piel de masoquistas.

Bar

En la tranquila inquietud que tiene el bar,

amanso y apaciguo con cerveza,

el ocio, la modorra, la tristeza,

la añoranza por la loma y por el mar.

Medito en la espuma que hecha andar

capricho de burbujas que se van,

como el ansia del hambre por el pan

y el filosofo dormido se destapa.

(6)

Hijos Nuestros

Hijos nuestros que habitan la tierra,

les hablo claro, antes que las guerras

los maten con balas,

bacterias, metrallas,

o mueran de hambre,

mientras el Clero calla

y soporta con rezos

los viles excesos

del cruel que nos mata

en nombre de dios.

Siempre ha sido así:

Antes fue la espada,

la hoguera malvada

matando, quemando

en nombre de Dios.

De esa culta Europa,

llegaron incultos,

brutos asesinos,

curas, capuchinos,

franciscanos, masones,

legionarios y orates peregrinos,

leyendo la Biblia

con el vaho del vino.

Mientras los soldados del Rey,

mataban, violaban

en nombre de la ley.

(7)

Tanto fue el horror

que a espada, mosquete,

candela y la ayuda

de otros agentes

no tan buenas gentes:

de sífilis, viruela,

y otras secuelas,

borraron la vida

de estas tierras vírgenes.

Y todo fue hecho en nombre de dios.

Y de aquella hazaña

tan solo fue el odio

el que sobrevivió.

De modo que el cura,

el obispo, arzobispo,

cardenales, todos,

soldados de dios,

por boca del Papa

sentado allá en Roma,

bajo la corona

del poder Divino

bebiéndose el vino,

que el pobre elabora,

siguen predicando refinadamente

la paz en el alma de su dios ausente

y estas son las horas

que nada ha cambiado.

Porque la ignorancia del conocimiento

dejó que clavaran al alma

la filosofía,

del dios que algún día

nos dará alimento,

en la gloria oculta

del ojo y del tiempo.

(8)

Mientras el poder aplasta,

el Papa se gasta

en trajes y viajes

llevando mensajes,

encíclicas hechas

con frases armadas

en formas verbales

muy cristianizadas

criticando males que el clero aprobó.

Que ironía hacia Dios,

si acaso existiera,

de pena muriera.

Que filosofía,

que cruel ironía

sembrada en el alma

de gente angustiada,

que no sabe nada,

que tiene cerrada la posibilidad

de hallar por sus manos la felicidad,

y encuentra en el ruedo de fieles astutos

espantar el susto

del mal que le aqueja .

Simple es la respuesta:

La conformidad,

la liturgia el rezo

una y otra vez,

diciéndola a coro,

para ser oídas en el más allá.

(9)

Ese vil flagelo

que sale del verbo

amarillo del cura en la misa,

mientras sigue la prisa

del pobre muriendo

y el Clero viviendo

en castillos,

con lujos y brillos

del oro, la plata ,

las piedras preciosas

y otras muchas cosas

que decir no quiero,

todos rozagantes

de salud y calma

lejos del mundillo

donde se agoniza,

en el estiércol,

el fango, el polvo,

ceniza en el alma

del pobre atareado,

porque ni ha proletariado

llegan los más pobres.

Sufrir en la tierra,

eso es lo que ofrecen,

por venderte a un dios,

mercancía invisible

de un mal milenario

que hace millonario

a el Clero intermediario

por venderte un dios

que nos espera en

(10)

¿el reino del cielo?

¿en el paraíso?

¿o dónde lo ubican

si el cielo está lleno

de gases veneno,

cohetes de estreno

y otros artefactos,

que han roto la capa de ozono?

De modo hijos míos

que habitan la tierra

si acaso las guerras,

las muertes los dejan vivir

busquen incesante la luz del saber

para comprender

lo oculto, el misterio encerrado

sin dejarse ver,

y espanten del alma ,

el mal de los miedos sembrados,

la conformidad,

que solo en ti mismo está la verdad.

Los patrones

Los moldes,

los modelos,

las marcas y patrones

comparativos para evaluar

cualidades, capacidades y atrocidades

en esta cadena de comienzos y tropiezos

que es la vida. Cada día adquieren connotaciones catastróficas

por el ritmo con que avanza el egoísmo,

con el devastador poder del espejismo,

nos aleja implacable de lo terrenal, lo cercano,

de lo humano

(11)

Tus ojos

Ese temblor mercurial es el reflejo

que palpita en el iris de tus ojos,

es un capricho de luz a mis antojos

atrapado por la magia del espejo.

Invierno en Moscú con perestroika.

Era invierno allá en Moscú,

capital del comunismo, espejo mágico

donde nos miramos, con el asombro insular

del tercer mundo.

En la fila interminable frente al Kremlin,

en silencio meditaba en Vladimir,

en la hazaña imborrable de su obra,

sin saber que Gorbachov, se empeñaba en destruir.

Era una trampa de reflejos distantes, donde impaciente

quería irse Mijail, con su Glasnost: tanto fue el brillo que le dio,

que la URSS como un espejo se estrelló.

(12)

La marcha

Palpito en la marea nocturna de la marcha:

Gran Vía iluminada con destellos,

lejos del mar tormentoso del levante,

que allá llega, a romperse en espumas

en las rocas, dejando los destrozos de cuerpos

ahogados con el brillo de la muerte en el agua

salada de los ojos.

Testigos sin palabras

del anhelo inalcanzable,

que saldrán mañana en fotos en la prensa,

en crónicas y telediarios,

a incrementar las cifras de los muertos,

sin nombres los hombres

los niños, las mujeres, africanos,

beréberes de tribus que se mueren.

Noche de fiesta,

Madrid vibrando,

bares abiertos, cervezas, vinos rones

y tapitas.

Melancólicas rubias maquilladas, en tacones

elevándose en las pistas.

El ir y venir de los turistas,

con el ansia de beberse en esta prisa

el ambiente latino que se enciende,

con el ritmo de la rumba

y la guitarra, baila una trigueña apasionada,

y el cuerpo se le escapa de la bata.

Sentadas en las barras, puticas de salir

mirando al techo,

a la espera, en el acecho,

mientras el güisqui se les hace agua en el hielo,

lamen con sus lenguas en celo

removedores fálicos.

Afuera las putas de las calles,

te invitan por diez euros

para un polvo.

El ciego de la Once insiste en darte un premio

millonario,

si acaso te decides a comprar el talonario.

Taxistas desvelados de la noche,

a la espera del regreso,

otra carrera en busca del turista.

El metro, serpiente subterránea

tiene cerrada la boca en las altas horas

de la noche, ahora todo es marcha.

El tunante que ofrece mercancías

de oculta procedencia,

la podredumbre humana

que se esconde tras el humo del porro

y la jeringa.

Travestís confundiendo las pasiones

con trapos coloretes y siliconas,

rostros con rasgos de lejanas geografías,

que pasan como ausentes en la Gran Vía,

con los ojos brillando

de ¿alegría? o de ¿agonía,?

¿pensando o soñando la alegría.?

Un poco más abajo

el Oso del Magroño,

dará una nueva cita,

un punto de reencuentro

un alto en esta prisa.

Cuando el sol se deja ver

justo en la Puerta del Sol.

Agustín Dimas López Guevara. Habana, diciembre del 2005

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