viernes, 7 de noviembre de 2008

Filorisando


Agustín Dimas López Guevara

No sé por qué, desde que tengo memoria, la risa ha venido a coquetearme, o lo que es lo mismo: hacerme cosquillas. Tal vez por eso siempre soñé con hacer reír a la gente y convertirlos en cómplices de ese goce., aunque esto no se logre de modo general, porque están los eternos amargados, poniéndoles emboscadas a la risa. Pero no es de ellos que quiero hablarles, aunque tenga que utilizarlos como referencias.

Cuando se ríe, sin proponerlo le damos sepultura a lo triste y desagradable que la vida nos ha puesto como zancadillas en el difícil camino de la felicidad. Así que al aflorar la risa- escuchen esa palabra- aflorar-, es como decir: nace la flor-risa. Todo nuestro ser ríe, cuerpo y alma, para no decir que nos reímos con cabeza, tronco y extremidades, espantando las calamidades del alma, donde guardamos las cosas que n o se ven y que con el apuro de la vida hemos utilizado para uso personal la palabra almacén, por alma.

Quiero explicar este concepto de la risa, que lo he venido elaborando desde la primera vez que empecé a reírme solo. Fue cuando empezaron a llamarme risita, primero mis familiares y luego el vecindario. Ya para entonces el psiquiatra me había aconsejado, que riéndome no podría exponer mis criterios, así que hice un alto y me puse a meditar, pero esas meditaciones me han llevado a conocer el ángel de la dispersión, que me entretiene llevándome de la mano por otros derroteros. Así que de antemano me disculpo, si hablando de la risa, tomo el tema de los rusos- esta aclaración no ex profesa-, ha sido el azar, el subconsciente como dice mi psiquiatra-, por esa costumbre que solapadamente tenemos los cubanos en el cajón de la jodedera, de coger a los rusos para la risa. Porque aún desde los tiempos remotos de Mikoyan, Nikita, Brezhniev , Chernesvcko, Andropovch … sonaban los cuentos, así que figúrense ahora con el más reciente, el mago de Gorbachov, que desapareció a la URSS, sin sombrero, mostrando en su pronunciada calva esa mancha como la cagada de un águila y con una varita mágica que guarda dentro de su boca. Pero eso da más llanto que risa. El caso es que siempre estamos elaborando chiste, corriendo bolas de los bolos. De modo que explico esto no como justificación política, sino como aclaración, para despejar cualquier mala interpretación y que no aparezca la xenofobia contra ese pueblo, que tantas veces le llamamos hermano y jurábamos que nuestra amistad era eterna y ahora ese pueblo no se sabe comportar, después que el mago cobró por su actuación, estén haciendo travesuras a la historia, convirtiéndola en histeria, ripiando la política, sembrando la discordia y volviendo locos a los geógrafos, porque nunca van a terminar de conformar el mapa definitivo que le toca a cada ruso, armenio, checheno, lituano, estonio, usbeko … ese mundo de pueblos que conocimos por rusos, luego por soviéticos y que ahora no se saben comportar. Cuando se pongan de acuerdo, estoy seguro que encontraremos un nuevo modo de nombrarlos.

Déjame seguir en lo mío: la risa. Esa que sirve para todo. Existen variadas formas de risas, de modo tal hay infinidad de modos para nombrarlas, así podemos ver, escuchar, sentir, percibir, dibujarse en las comisuras de los labios risas buenas., es decir sanas, malignas, ingenuas, puras, tontas, maliciosas, perversas, sádicas o sardónicas- como la nombraban los antiguos-, hipócritas, locas, irónicas, burlescas, nerviosas, agradecidas…en fin la mar de risa, porque hasta la mar se risa. No puedo hablar de todas porque sería hacer un estudio interminable sobre la vida. Para solo poner un ejemplo: abarcar la risa hipócrita, llevaría serios y complejos análisis sicológicos, sociológicos, filosóficos y médicos, que seria para nunca acabar. Es como definir la risa tonta, que nunca llegaríamos a comprender de qué se ríe un idiota... aunque esta última, produce lástima, compasión a las personas de buenos sentimientos, burlas, choteos a los ignorantes de malas extrañas y la primera rabia, impotencia, pues está tan arraigada a la vida, que se convive con ella, comprometiendo la conducta de los humanos. No menciono la miedosa, porque es otra categoría conceptual que nos conduciría por el camino de la mueca y no se trata de eso. Yo pretendo hablar de la risa y de la forma rudimentaria en que puede aflorar, hasta convertirse en carcajada. De modo que para la comprensión pongo un ejemplo, casero y cotidiano: usted sabe que existen personas, familiares y amigos, que le tienen pánico a esa indefensa especie de animalitos saltarines que llamamos ranas y que también tenemos a familiares, amigos, que son amantes de las bromas: imagine a ese bromista colocando una indefensa ranita húmeda, en el bolsillo de la camisa, o en los zapatos que se va a poner el miedoso crónico- de solo imaginar la cara, el gesto, lo que quiero decir: el susto que recibirá ese miedoso, produce ese cosquilleo interior que hace dibujar a grandes trazos la risa, mientras el miedoso, pálido del susto, al borde del infarto, transpirando adrenalina, preguntándose cuando recupere el tino, cómo fue posible, con tantos lugares disponibles, esta ranita de ojos saltones, venga a colarse en su zapato, para ponerlo a sudar frío y el resto ríe a mandíbula batiente y mismo estruendo de las risas espanta a la rana hasta el próximo encuentro de un miedoso, si es que antes no la aplastan en la calle.

Infinita son las situaciones que provocan risas y nosotros los cubanos tenemos el número uno a escala internacional para provocar la risa: nos reímos de nosotros mismos, que es el primer escaño a subir para comprender la risa. Meditando sobre el asunto, he llegado a considerar que la risa debería estudiarse como una carrera universitaria, es decir una materia de estudios, como la historia, la filosofía, no sé, podría llamarse Filorisando… en fin el nombre que se lo ponga otro. Lo que quiero decir es que sea una carrera de estudio durante toda la vida y que la graduación se haga en la despedida de duelo, que por supuesto tendrá que cambiar su contenido, muchas veces hipócrita y formal que mantiene hasta hoy. De modo que esta graduación-antigua despedida de duelo-, se hable de todo lo bueno y malo que hizo el difunto recién graduado y así podamos conocer y valorar en su justa dimensión su paso por la vida, y reírnos, porque la risa evocará los momentos de felicidad del difunto. Por supuesto habrá regulaciones, que podrán irse adecuando, enriqueciéndose según los casos. De lo que si estoy seguro es que debemos cobrar las entradas en los cementerios, que se venderán por orden de llagada, para evitar aglomeraciones y que las flores se marchiten con la espera. Las funerarias no serán más ese reciento donde la gente llega a exprimirse las lágrimas, y evocar con frases entrecortadas y hechas la fatalidad del destino, por ejemplo: “No somos nada.” A sepultar con pésames gastados y pañuelitos en las manos, subvirtiendo los valores, confundiendo el amor con el llanto, y esto es una debilidad que los humanos debemos modificar. Así que las funerarias no serán más esos locales donde la gente le echa el último vistazo al difunto, mira el reloj y se disculpa, porque dejó a los muchachos con la vecina y figúrate la hora que es, y las guaguas siguen tan malas como siempre, mientras se toma el buche de café funerario y se despide de los dolientes, o aprovecha y se escurre en la confusión de los que llegan y se va sin despedirse. Por eso propongo que las funerarias se conviertan en el ante-sala donde se elaboren los panegíricos de los difuntos, con defectos, afectos, vicisitudes y virtudes., y que comenzaran a llamarse Tertulias para la risa. Serán conocidas con el homónimo de T.P R, porque adoptara las misma siglas que utilizan los estomatólogos en sus consultas de atención bucal, con el esmero de recuperar el diente o la pieza mala sin necesidad de extraerla, para no dejarle el hueco afeando la sonrisa, o sustituirla en el mejor de los casos por una postiza , que hace igual de estragos, limitando la libertad de la risa, por el complejo de que vean su espiga, su puente, su plancha… porque tienen cada nombrecito las prótesis dentales… déjame soltarme del ángel de la dispersión, porque las secuelas de las prótesis necesitan un estudio particular.

Bueno iba por el nuevo nombre de las funerarias, que se llamarán T.P.R, Tertulias para Reír. Sí que todo estará pensado. Habrá un tribunal que selecciones, busque y elabore el informe definitivo con los resultados de las venturas y desventura del difunto en su paso por la vida. Los integrantes del tribunal no podrán ser nombrados por los familiares, ni amigos, para evitar que se desarrolle el germen de los favoritismos, del nepotismo, ni del falso amiguismo que tanto daño nos han hecho ya. Serán elegidos por el voto directo y secreto, con antelación a las defunciones, de esa forma el occiso sabrá antes de morirse, quienes van a certificar sobre su paso por la vida., de modo que al igual que los sacerdotes, se le permita a este tribunal, poder conversar con los candidatos a difuntos y estos puedan plantear cualquier asunto pendiente con la vida, para no guardarlo como secreto entre el cura y dios, como se hace, sino para que sea de conocimiento público y ayude a comprender mejor la agonía que encierra los misterios que la muerte nos arrebata y desterremos de una vez y por siempre esa ridícula farsa de confesarnos a solas, casi escondidos, para que alguien nos guarde el secreto de nuestros pecados, que es como seguir pecando en la muerte. Por eso este tribunal estará a pruebas de sobornos, intrigas y sospechas: actuará solo con la imparcialidad de la justicia que hayamos conquistado, por lo que estará capacitado para despejar cualquier asunto que altere el curso de la graduación, quiero decir, en el plano de las relaciones amorosas. En tal sentido se le permitirá a cualquier amante, informar de manera verbal o por escrito, sobre relaciones íntimas , lo que permitirá valorar, si tales relaciones estaban sustentadas por los delirios del corazón y comprobar la facultad del difunto para dividirse los amores. Por lo que pueden acudir a las tertulias más de un amante con informes, quejas, elogios, por lo que el tribunal debe descartar cualquier intriga que pueda surgir por parte de amantes resentidos, aspecto este que atrasaría el proceso y crearía serios trastornos y desordenes y una estructura de reordenamientos en las morgues, para ir almacenando los casos que se enmarañen en el proceso de confección del certificado de graduación, por los vericuetos de las pasiones ocultas. Estas tertulias permitirán a familiares, amigos, vecinos, en vez de acompañar el tan ridículo pésame, aportar de modo verbal o por escrito, lo que pensaban, creían o sospechaban del difunto, por lo que podrá alargarse a más de veinte cuatro horas estas tertulias y nunca más de setenta y dos. Les había dicho que las entradas al cementerio se cobraran, ese dinero se destinará como fondos benéficos para centros especiales de apáticos, resentidos y mal humorados. Existirá un control estricto sobre los fondos, para que no vuelva a reproducirse ese mal que se oculta en el fondo de los bolsillos y que dimos por llamar malversación, cuando en realidad esa palabra lo que dirá, -según los nuevos dictados de la Real academia de la lengua-, Mal versación: persona que hace mal uso del verso. Podrá entonces decirse que tiene malversación, no cuando confunde la obra de un poeta por otro, sino cuando no logra hablar de ningún poeta. Lo otro es equivocación, que estará permitida como una constante para la superación humana. Así que ese mal de robarse los fondos, quedará como una deshonra de los antepasados y que para nosotros ahora, la preocupación fundamental será la conquista de la risa: esa que no la puede comprar el dinero.

Así los entierros pasaran a llamarse Festivales de la risa. Serán los nuevos motivos que ayuden a eliminar ese complejo de regionalismos que se crearon a nivel de municipios, provincias y capital. Cada lugar del país celebrará su propio festival de la risa, sin necesidad de venir a la capital para que lo hagan mal reír. De modo que los teatros y cabarets quedarían como escuelas de superación para los mal humorados y apáticos de la risa, que tendrán programaciones especiales, sobre la base de un programa integral donde estudien y comprueben los beneficios de la risa, como actores y a la vez espectadores de sus propios dramas y comedias, de modo que se vayan cocinando en su propia salsa y pierdan la dureza del mal humor con el juego de la actuación desinhibiéndolos definitivamente de la apatía, así entretenidos no ocasionaran mayores disgustos al resto de los humanos.

Ya dije al principio que esto traerá detractores, incomprensiones por parte de amargados y resentidos sentimentales que no querrán sumarse a este proyecto, pues querrán seguir viviendo de la risa socarrona, que es como seguir viviendo en la mentira de las despedidas de duelo, quizá porque teman que nadie podrá evocarlos con sonrisas, que será la forma suprema del cariño, el recuerdo y el amor. Porque el llanto solo quedará como reflejo del dolor físico, para evitar confusiones, ya que nadie podrá reírse al ser herido o golpeado en un accidente, porque habrá que dejarle margen a los locos ¿no? Así que el llanto que produce esa agua salada de los ojos y que le decimos lágrimas, producida por las desgracias y que están en el alma-cen de los recuerdos las borraremos del inventario de las nostalgias. Será un proceso lento que llevará cambios desde la cuna, a parte de los programas de estudios que lleven en sus contenidos mensajes y conceptos, así como ideas caseras que conocemos con el nombre de proverbios, refranes o dicharacho, todo ello llevará a cambiar los conceptos viejos por nuevos. Tal es el caso de del conocido “Niño que no llora, no mama” que será sustituido,- no por decreto, porque ya sabemos que los decretos frenan, pero no detienen definitivamente las inquietudes- sino que cambiará por la acción y atención materna por este nuevo concepto: Niño que ríe mamó. Como el llanto solo quedará como reflejo del dolor físico, tendremos que hacer la analogía del dolor y conformarnos con expresiones como esta: El que solo llora es porque de su suegra se acuerda. De igual modo variaran los refranes con los animales, en vez de decir: “perro que ladra no muerde”, se dirá: perro que ladra no es educado. Todo ello le dará una nueva dimensión, para permitirnos disfrutar mejor la alegría de la risa. Será una batalla larga, enfrentaremos infinidad de obstáculos, pero estoy seguro que surgirán nuevas razones para revitalizar la risa y patentizarla como símbolo de autentica cubanía: la risa que lo vence todo. Estoy seguro que a muchos nos gustaría despedirnos de esta vida, rodeados de amigos, familiares y amantes, bajo una lluvia de rosas vivas., todos, muertos de la risa.

Habana, Agosto del 94


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